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lunes, 3 de noviembre de 2014

Matutina de la Mujer: Noviembre 3, 2014

Los planes de Dios para mí


“¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz”. Salmo 36:7-9



Nos casamos antes de terminar la carrera. Durante el año trabajábamos en nuestras horas libres en la universidad, y tiempo completo en las vacaciones, para poder cubrir los gastos que implicaba vivir y estudiar. Mi esposo viajaba a su país y allí trabajaba con sus padres, mientras yo colportaba.

Todo iba muy bien hasta antes de entrar al último semestre de mi carrera. En el receso invernal mi esposo se fue a trabajar a la Argentina, y yo me quedé en la universidad haciendo mis prácticas y adquiriendo experiencia en el departamento contable. Generalmente, mi esposo obtenía el dinero suficiente para pagar el alquiler de una vivienda, pero esa vez fue diferente. Argentina entró en una depresión económica y mi esposo apenas logró juntar la mitad del dinero necesario.

Después de hacer los cálculos una y otra vez, tomamos la decisión de dejar de estudiar ese semestre, pero el Señor tenía otros planes para nosotros. Dentro la universidad había algunas viviendas que otorgaban a alumnos con familia.

Yo desconocía que había una casa desocupada y que estaba abierta la recepción de solicitudes para poder habitarla. Un compañero me animó a presentar la solicitud. Después de hablar con mi esposo y orar mucho, hicimos la carta de pedido. Fue la última carta en ser recibida y la única en ser aceptada. Gracias a la intervención divina, mi esposo y yo pudimos terminar de estudiar y graduarnos. ¡Cuánto le agradecimos al Señor por “amparamos bajo la sombra de sus alas”!

Amiga, las promesas de nuestro Padre vienen con el sello de su fidelidad. Él nos dice: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios [...] quien te sostiene de tu mano derecha y te dice [...] yo te ayudo” (Isa. 41:10, 13). Y lo cumple.

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