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martes, 4 de noviembre de 2014

Matutina de Adultos: Noviembre 4, 2014

El surgimiento del colegio misionero


¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? Romanos 10:14.



Esa es una buena pregunta. Y tanto la comunidad cristiana en general como los adventistas del séptimo día en la década de 1890 comenzaron a tomar medidas sin precedentes con el propósito de difundir las enseñanzas de la Palabra de Dios como el semillero de la fe.

Parte de la preparación para la misión más amplia entre los protestantes fue la creación de colegios misioneros e institutos bíblicos. Esos colegios aspiraban a preparar una gran cantidad de obreros lo más rápido posible para los puestos misioneros de avanzada nacionales y de ultramar. Las nuevas instituciones se centraban en la capacitación práctica y el conocimiento bíblico. El primer colegio de este tipo surgió, en 1883, como el Colegio de Capacitación Misionera para Misioneros y Evangelistas Nacionales y Extranjeros.

Los acontecimientos dentro del adventismo se comparan con los del ámbito evangélico educativo. Por lo tanto, la extensión misionera tuvo un efecto directo en la expansión de la enseñanza de nuestra iglesia.

John Harvey Kellogg, aparentemente, fue el primer adventista en fundar un colegio misionero. Estableció el Sanatorio Escuela de Capacitación para Médicos Misioneros en 1889, seguido por el Colegio de Médicos Misioneros Norteamericanos en 1895.

Mientras tanto, el Colegio Avondale para Obreros Cristianos (1894), las escuelas de capacitación fundadas por E. A. Sutherland y Percy Magan, y los colegios misioneros adventistas (como el Colegio Misionero Washington, el Colegio Misionero Emanuel, el Colegio Misionero del Sur y el Colegio de Médicos Evangelistas de Loma Linda), pronto salpicaban el paisaje adventista; todos ellos, con intenciones similares a las instituciones engendradas por el movimiento misionero evangélico.

La expansión misionera afectó el crecimiento educativo adventista en al menos dos formas: primero, incrementó en gran medida la cantidad de escuelas y de alumnos en los Estados Unidos, ya que la mayoría de los primeros obreros de la iglesia provenían de este país; en segundo lugar, los adventistas comenzaron a establecer escuelas y colegios alrededor del mundo, para que la iglesia pudiera capacitar a las personas en sus propios campos. Sin embargo, para 1900 no solo las instituciones educativas adventistas explosionaron en número, sino también el sistema había sido internacionalizado.

Nadie puede dudar de la orientación misionera de los colegios adventistas en la década de 1890. El desafío de nuestro tiempo es mantener ese enfoque a la vanguardia de nuestros colegios en todos los niveles. La naturaleza de la misión ha cambiado desde el siglo pasado, pero no la necesidad de contar al mundo acerca de la esperanza en Cristo.

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