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domingo, 30 de noviembre de 2014

Matutina de Adultos: Noviembre 30, 2014

Perspectiva sobre la reestructuración de 1901/1903


Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos. Ezequiel 36:30.



La reestructuración de la iglesia la configuró para la productividad y la eficiencia cuando su programa misionero mundial avanzaba a toda velocidad, de una manera que habría sido imposible con los problemas de la estructura anterior.

Sin embargo, deberíamos señalar que la organización de 1901/1903 no era una estructura nueva. Retuvo el esquema general del plan de 1861/1863, pero lo modificó con el fin de satisfacer las necesidades de una iglesia en desarrollo.

No obstante, la modificación no era el ideal que algunos de los delegados llevaron consigo en 1901/1903. La facción Jones/Waggoner había intentado la revolución total. Finalmente, su intento de una reestructuración drástica de la iglesia perdió por varias razones. Una de las principales era que su modelo era teológicamente inadecuado, en el sentido de que se centraba en el miembro de iglesia individual y no daba lugar a un abordaje práctico para la acción unificada. En teoría, sonaba lindo decir que cada persona trabajaría en armonía con los demás si estaba convertida, pero la imagen bíblica refleja menos perfeccionismo y una visión más compleja del pecado que la de los aspirantes a revolucionarios del adventismo.

El partido revolucionario, regularmente, también sacaba las citas de Elena de White fuera de su contexto literario e histórico, y así le hacía decir cosas que ella no creía. Ella, por ejemplo, no tenía problemas con el título de “presidente”, y lo usaba con frecuencia.

La propuesta de Daniells tenía los pies más sobre la Tierra, y estaba totalmente en armonía con la de Jaime White, quien había diseñado la organización de 1861/1863. Ambos hombres buscaban una estructura eficaz, que completara la tarea de llevar el mensaje adventista hasta los extremos de la Tierra en el tiempo más corto posible, para que Cristo pudiera regresar.

La eficiencia para la misión es la palabra clave en la historia organizativa adventista del séptimo día. Si bien la mayoría de los delegados al Congreso de 1903 se pusieron de acuerdo en las conclusiones finales, M. C. Wilcox hizo un comentario importante, al señalar que la iglesia no debería ser inflexible en su organización. Debería estar dispuesta a adaptarse según lo demanden las necesidades de la misión.

Gracias, Padre, por la estructura de la iglesia, que puede extenderse a todo el mundo de manera unificada. Queremos que Jesús venga, más que ninguna otra cosa.

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