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viernes, 31 de octubre de 2014

Matutina de Menores: Octubre 31, 2014

UNA CUESTIÓN DE BELLEZA


«Lo gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón» (1 Samuel 16: 7, NTV).



«Dicen que es un loco al teclado», comentaban los asistentes al concierto. La sala de conciertos vibraba con la expectativa cuando fueron apagándose las luces y se abrió el telón. Mientras el auditorio aplaudía, un hombre feo y menudo salió al escenario y caminó hasta el piano. Hubo murmullos de sorpresa entre el público. Con seguridad, Beethoven colocó sus manos sobre las teclas. Parecía absorto del resto del mundo. Los músculos de su rostro estaban tensos; las venas de su frente sobresalían; sus ojos abiertos giraban; su boca comenzó a temblar. «¡Está loco!». la descabellada especulación corrió por la audiencia. «Mira qué dedos tan pequeños y velludos. ¡Casi no pueden cubrir una octava!»

Y era verdad; el dorso de las manos de Beethoven estaba cubierto de vello. Sus dedos, anchos en la punta eran tan cortos que apenas podían alcanzar algo más de una octava. Pero cuando comenzó la música. la audiencia se olvidó de todo. Los críticos de la época describieron su música como «explosiva»; una «ejecución titánica». El joven músico alemán llegó a ser un hit en Austria, no por su belleza, sino por la belleza de su música.

Así como Beethoven era bajito y feo, otro hombre, Abraham Lincoln, era alto y sencillo, pero la madre de un soldado que fue perdonado por él lo describió como «el hombre más buen mozo que he conocido». La belleza va mucho más allá de la forma de la nariz o el color de los ojos. Del mismo modo en que Dios ve más allá de un rostro bonito o de un perfil tosco, tú y yo tenemos que aprender a ver lo bueno en las personas más allá de su belleza exterior o de su dinero.

El chico de tu escuela al que decidiste esquivar puede ser talentoso como Beethoven o compasivo como Lincoln, y puede tener lo necesario para llegar a ser el mejor amigo que alguna vez hayas tenido. No te fijes en las apariencias.

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