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viernes, 31 de octubre de 2014

Matutina de Adultos: Octubre 31, 2014

Evangelizar mediante la educación


Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Génesis 1:27.



El libro La educación, de Elena de White, saca el tema de la pedagogía del ámbito de lo mundano y lo transfiere a un asunto crucial en el Gran Conflicto.

En su segunda página, presenta el propósito esencial de la educación adventista. “A fin de comprender qué abarca la obra de la educación”, leemos, “necesitamos considerar tanto (1) la naturaleza del ser humano como (2) el propósito de Dios al crearlo. Hemos de considerar también (3) el cambio que sufrió la humanidad por la introducción del conocimiento del mal, y (4) el plan de Dios para cumplir, sin embargo, su glorioso propósito en la educación de la especie humana” (Ed 14).

En ese momento, el libro comienza a tratar esos cuatro puntos, indicando que (1) Dios creó a los seres humanos a su imagen para que fuesen semejantes a él; y (2) que tenían un potencial infinito.

Luego, se hace muy específico y pertinente en cuanto a la situación humana. “Pero, por su desobediencia perdió todo esto. El pecado mancilló y casi borró la semejanza divina. Las facultades físicas del hombre se debilitaron, su capacidad mental disminuyó, su visión espiritual se oscureció. Quedó sujeto a la muerte. No obstante, la especie humana no fue dejada sin esperanza. Con infinito amor y misericordia había sido diseñado el plan de salvación, y se le otorgó una vida de prueba. La obra de la redención debía restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor, devolverlo a la perfección con que había sido creado; promover el desarrollo del cuerpo, la mente y el alma, a fin de que se llevara a cabo el propósito divino de su creación. Este es el objetivo de la educación, el gran propósito de la vida” (ibíd., p. 15).

Más adelante en el libro, Elena de White lo expresa con más claridad, al señalar que la gente “puede encontrar ayuda en un solo poder. Ese poder es Cristo. La mayor necesidad del hombre es cooperar con ese poder. ¿No debería ser, acaso, esta cooperación el propósito más importante de la verdadera educación? [...]. En el sentido más elevado, la obra de la educación y la de la redención son una”. El “principal esfuerzo del maestro y su propósito constante” es dar a conocer a Jesús y sus principios a los alumnos (ibíd., pp. 28, 29).

Con esos pensamientos en mente, no es de extrañar que los adventistas hayan respaldado la educación cristiana para sus hijos y los hijos de los demás, dando con sacrificio. Han reconocido la verdad de que la educación es, en realidad, evangelización.

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