Buscar...

viernes, 17 de octubre de 2014

Matutina de Menores: Octubre 17, 2014

LÍMPIALO OTRA VEZ, SAM


«Dios no nos ha llamado a vivir en impureza, sino en santidad»
(1 Tesalonicenses 4: 7).


Admiro a Sam. Él vive junto a un paso a nivel del ferrocarril. Hace tiempo, los adolescentes de su vecindario elegían los muros de ese paso como pizarra para grafitis. Si bien comenzaron sencillamente con corazones e iniciales declarando amor eterno, más adelante se puso feo, con palabras de odio, símbolos raros y obscenidades. Los vecinos se quejaron a las autoridades:

«No nos gusta —dijeron—. Es un insulto a nuestra comunidad».

«No sabemos cómo frenarlo —replicó el funcionario—. Ni siquiera tenemos suficientes agentes de policía para patrullar nuestras calles y pescar a los que hacen eso. Ustedes están en mejor situación para hacerlo».

Nadie excepto Sam se tomó en serio aquellas palabras. Sam decidió hacer algo al respecto. Con su propio dinero compró rodillos y pintura gris. Luego. bien temprano al domingo siguiente, pintó los dos muros de cemento. Pasó un día. y las paredes seguían sin grafitis. Dos días, tres días Pero el jueves de mañana. palabras escritas con horripilantes aerosoles rojos y amarillos habían arruinado los muros recién pintados. Sin decir palabra, Sam volvió a pintados nuevamente. El domingo. otra vez los habían ensuciado. A esa altura de los acontecimientos, los demás vecinos preguntaron a Sam:

—¿Por qué sigues molestándote, si van a volver a hacerlo?

Y tenían razón. Durante semanas se libró una batalla. Sam volvía a pintar; los vándalos profanaban. así una y otra vez.

—¿Por qué sigues intentándolo, Sam? — preguntaban nuevamente los vecinos.

—Por la misma razón que me baño cada día —contestó él.

Y funcionó, al menos en su vecindario. Hoy esos muros están limpios. Pero Sam no lo hizo solo. Los vecinos siguieron su ejemplo y vigilaban el lugar. Cuando pescaban a alguien pintando grafitis, le decían que podía elegir entre volver a pintar el muro o ir a la comisaría y ante un juez, que lo multaría o lo dejaría una temporada en prisión.

Aquí hay dos lecciones para hoy. Una: ¿qué puedes hacer para cambiar tu mundo de la suciedad a la santidad? Y dos: recordar cuán a menudo quedamos cubiertos de los grafitis del pecado, y Dios nos limpia una y otra vez.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario