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viernes, 17 de octubre de 2014

Matutina de Adultos: Octubre 17, 2014

¿Qué pasó con Smith?


Todo el que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado. Lucas 20:18.



Al igual que Butler, Smith padeció una experiencia traumática en las reuniones de Minneapolis. Profundamente decepcionado y perturbado por el congreso, en noviembre de 1888 renunció a su cargo de tantos años como secretario de la Asociación General pero continuó siendo editor de la Review.

Conservó ese puesto hasta 1897, combatiendo gran parte del tiempo con A. T. Jones sobre interpretación profética y otros temas. Sin embargo, su dirección editorial durante esos años fue una batalla en declive, frente a la popularidad del carismático Jones, que a fines de 1892 se había convertido en la voz ministerial, más escuchada del adventismo. En 1897, Smith recibió su máxima humillación cuando la iglesia nombró a Jones como editor de la Review, y a Smith, como su asociado.

En los años posteriores a 1888, se le hizo casi imposible a Smith luchar a brazo partido con el hecho de que Waggoner había predicado la postura de los Diez Mandamientos de la ley de Gálatas, y de que Elena de White había respaldado a Waggoner en la relación entre la Ley y el evangelio. En los años siguientes a las reuniones de Minneapolis, Smith fue uno de los cabecillas en cuanto a poner en duda la obra de Elena de White.

No obstante, ella no se dio por vencida con él. le escribió una carta tras otra, llamando al arrepentimiento, pero en vano. Entonces, en enero de 1891, confesó sus errores de Minneapolis. Y la señora de White expresó: “Ha caído sobre la Roca, y fue quebrantado”.

Sin embargo, la caída de Smith sobre la Roca no implicaba que estuviese del todo sobre la Roca; su teología legalista todavía le causaba problemas.

Pero, en 1901, los dirigentes de la iglesia lo volvieron a nombrar editor de la Review. Elena de White estaba muy contenta, y expresó su placer al ver que su nombre nuevamente estaba a la “cabeza de la lista de editores; porque así debía ser [...]. Cuando hace unos años su nombre fue puesto en segundo lugar [después del de Jones], me sentí herida. Cuando nuevamente lo pusieron primero, lloré y dije: ‘Gracias, Dios’ ” (Carta 17, 1902).

No obstante, todavía le quedaba algo del viejo Smith. No mucho después de llegar a ser editor, reabrió la guerra de Gálatas y tuvo que ser despedido una vez más. Nunca se recuperó del golpe. La misma Review que anunció el cambio de editor señaló que estaba gravemente enfermo. Pasó al descanso en 1903, a lo setenta años.

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