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jueves, 9 de octubre de 2014

Matutina de Adultos: Octubre 9, 2014

¿Y la Trinidad? -3


Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo [...]? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Hechos 5:3, 4.



A pesar de la claridad de la Biblia sobre el tema, el adventismo primitivo no había reconocido la personalidad y la plena divinidad del Espíritu Santo. Eso tuvo consecuencias desastrosas para la iglesia a fines del siglo XIX.

Pero, primero debemos reconocer que en la década de 1890 quizá se escribió más sobre el Espíritu Santo y Cristo que en cualquier otra década de la historia adventista. Eso fue algo natural, una vez que comenzaron a hablar acerca de la justificación por la fe y la centralidad de Cristo en la salvación. Al fin y al cabo, si Cristo es el que salva, entonces es importante tener a un Cristo adecuado para la tarea. Y, si el Espíritu Santo es un actor clave en el proceso, es de esperar que se hable de su función. No es casual que el debate de la Deidad haya hecho erupción en la década de 1890.

Sin embargo, los adventistas no eran los únicos que hablaban del Espíritu Santo en ese entonces. Las iglesias de la santidad wesleyana, con su énfasis en la sanidad por la fe y la vida victoriosa, surgieron durante ese tiempo; y los comienzos del nuevo siglo verían el surgimiento del pentecostalismo moderno. Ambos movimientos tenían mucho que decir sobre la obra del Espíritu en la vida de las personas y de la iglesia. En el otro extremo del espectro teológico, los cristianos liberales habían comenzado a desarrollar un renovado interés en teorías relacionadas con el Espíritu como la inmanencia de Dios y en las ideas de religiones orientales como el hinduismo, con su perspectiva panteísta de que todo lo que existe es Dios.

El adventismo, al no tener una interpretación correcta de esos temas, se vio profundamente afectado por los movimientos del resto del mundo religioso. Por un lado, el cambio de siglo tuvo su propio estallido pentecostal en el movimiento de la Carne Santificada, que proclamaba que incluso los dientes que la gente no tuviese volverían a crecer antes de que Cristo regresara, a fin de poder tener carne perfecta. Por otro lado, Waggoner y J. H. Kellogg quedaron atrapados en el panteísmo. Waggoner afirmó, en los congresos de la Asociación General de 1897 y 1899, por ejemplo, que Cristo “aparecía como un árbol”, y que “un hombre puede conseguir la justificación al bañarse, si sabe de dónde proviene el agua”.

Hablamos de confusión.

Es en ese contexto que Dios guió al adventismo en su próximo paso en la senda progresiva de la verdad presente.

Dios tenía un mensaje para su pueblo sobre la Deidad. Pero, este necesitaba estudiar la Biblia para descubrirlo.

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