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martes, 21 de octubre de 2014

Matutina de Adultos: Octubre 21, 2014

El bautismo de la educación adventista -1


He aquí estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo. Apocalipsis 3:20.



En diciembre de 1890, como vimos ayer, Cristo se aproximó a William Warren Prescott y llamó a la puerta de su corazón. El joven educador la abrió. Y nunca más sería el mismo. Tampoco Urías Smith. Un resultado de la conversión de Prescott fue su ministerio hacia Smith, que llevó a una confesión pública, y a una reparación entre él y Elena de White.

Y así, el mensaje de Cristo cambia vidas y las reforma. Pero, en el caso de Prescott, la reforma no solo afectó vidas individuales sino también tuvo un poderoso impacto en la educación adventista.

Es que Prescott no solo era presidente del Colegio de Batlle Creek; también era director de la Asociación Educativa Adventista del Séptimo Día, y pronto sería el presidente del Unión Collage y del Colegio de Walla Walla. Al ser dirigente de Asociación y presidente de tres colegios al mismo tiempo, el elocuente Prescott estaba en condiciones de establecer cambios importantes en la educación adventista.

Inició la transformación de la educación adventista en una convención educativa que fomentó en un  pequeño lugar llamado Harbor Springs, al norte de Míchigan, durante julio y agosto de 1891.

Hasta ese momento, la educación adventista había luchado con la determinación de su misión y su identidad. Aunque los adventistas la habían fundado a fin de que fuera visiblemente cristiana, y con la intención de preparar pastores y misioneros, desde su comienzo en el Colegio de Battle Creek, en 1874, había sido prisionera de los clásicos paganos, y del estudio del latín y del griego clásico. Se había intentado algunas reformas, pero todavía quedaba mucho por hacer.

Eso comenzó a cambiar con la conversión de Prescott. La verdad de la historia de Prescott es que Dios utiliza a personas para cambiar a su iglesia. Pero, solo puede obrar a través de aquellos que están dispuesto a permitir que él los use.

Allí es donde tú y yo entramos en escena. Dios quiere tomar nuestra vida y moldearnos de tal forma que pueda usarnos para llegar a otros, e influir en ellos y en la iglesia en general.

Escuchen, yo sé que algunos de ustedes piensan que no ejercen ninguna influencia.

¡No es así! Cada uno de nosotros toca a otras personas de alguna forma pequeña cada día. Es a través de partículas y de pedazos que finalmente se produce la bola de nieve del cambio.

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