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martes, 21 de octubre de 2014

Matutina de Menores: Octubre 21, 2014

Una manera mejor


«Brotarán manantiales en el desierto y corrientes regarán la tierra baldía» (Isaías 35. 6 NTV).



Cuando alguien te dice cómo hacer algo, ¿piensas que sabes de qué manera hacerlo mejor? De ser así, estás en buena compañía. Moisés pensó que sabía cómo hacerlo mejor. Después de haber estado caminando por el desierto mucho tiempo, Moisés y el pueblo de Israel asentaron campamento al norte del Sinaí, en Kadesh. «¡Nuestro pueblo está sediento! —se quejaron los líderes de las tribus . ¿Acaso Dios nos trajo al desierto para que muramos?»

Moisés y Aarón oraron, y Dios ordenó a Moisés que reuniera al pueblo junto a una roca concreta, que le hablara a la roca, y el agua brotaría. ¿Te imaginas a Moisés diciéndole a Dios: «¿Perdón? ¿Hablarle a la roca? ¿No querrás decir golpear la roca?». Después de todo, Moisés había vivido en ese desierto cuarenta años, conocía las leyes de la naturaleza, sabía cuál era la mejor forma. Ahora bien, Moisés había estado soportando las quejas del pueblo.

«¡Escuchen, rebeldes! —gritó—. ¿Tendremos que sacar agua de esta roca?»

Luego levantó el brazo y golpeó la roca dos veces. ¡Ups! ¡Dos veces! Primero, se robó el crédito por el milagro de Dios cuando dijo «tendremos que sacar agua», y luego desobedeció al golpear la roca dos veces en lugar de hablarle.

Hay ocasiones en que Dios nos indica que hagamos algo que parece estar en conflicto con las leyes naturales que él creó. Es ahí donde actúa la fe. Es el momento en que tengo que elegir entre hacer como me dice Dios, o hacerlo «a mi manera». Si confio en él a pesar de que «conozco una manera mejor», Dios puede transformar mis rocas en agua, mis montañas imposibles en minas de oro, mis experiencias difíciles en bendiciones. Y si se lo permito, puede hacer posibles todas las cosas (lee Marcos 9: 23).

Podemos recibir una bendición más de esta historia: la evidencia del amor de Dios. Dios estaba en su derecho de ignorar a Moisés por haber desobedecido; podría haber avergonzado a Moisés no haciendo brotar agua; pero no lo hizo. No creas que Moisés escapó de las consecuencias de su error. Descubre tú mismo qué sucedió luego.

Aunque frecuentemente tenemos que sufrir las consecuencias de nuestros pecados, Dios puede transformar esas consecuencias en bendición si se lo permitimos.

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