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sábado, 11 de octubre de 2014

Matutina de Adultos: Octubre 11, 2014

¿Y la Trinidad? -5


Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Isaías 9:6.



Ayer vimos algunas expresiones de Elena de White claramente trinitarias, que aparecieron en la era de 1888. Especialmente problemática para muchos era su declaración de El Deseado de todas las gentes que dice: “En Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otra” (p. 489).

La energía de esa declaración tomó por sorpresa a muchos. Uno de ellos era un joven predicador llamado M. L. Andreasen. Él estaba convencido de que ella en realidad no había escrito esa declaración; que sus editores y asistentes debieron haberla alterado. Como resultado, pidió leer su libro manuscrito. Ella gustosamente le dio acceso a sus documentos de archivo.

Posteriormente, él recordó que “tenía conmigo una cantidad de citas que quería ver si estaban en el original de su propio puño y letra. Recuerdo lo asombrados que estábamos cuando se publicó El Deseado de todas las gentes por primera vez, porque contenía algunas cosas que considerábamos increíbles, entre otras la doctrina de la Trinidad, que en ese entonces no era generalmente aceptada por los adventistas”.

Al quedarse en California por varios meses, Andreasen tuvo tiempo suficiente para revisar sus sospechas. Estaba especialmente “interesado en la declaración de El Deseado de todas las gentes que en un momento causó gran preocupación teológica en la iglesia: ‘En Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otra’ [...]. Esa declaración quizá no les parezca tan revolucionaria”, dijo a su audiencia en 1948, “pero para nosotros lo era. Casi no lo podíamos creer [...]. Yo estaba seguro de que la hermana White nunca había escrito” el pasaje. “Pero ahora, lo encontré en su propio manuscrito tal cual había sido publicado”.

Algunos todavía no lo creen. En los últimos quince años, ha habido un reavivamiento antitrinitario entre algunos adventistas. Al igual que Andreasen, creen que los editores cambiaron los pensamientos de ella.

Por cierto, eso no dice mucho de su conocimiento de Elena de White. Ella sabía en lo que creía y podía mantenerse firme en cualquier desacuerdo con los editores, o incluso con los administradores de la Asociación General, como vimos en 1888. Sus asistentes podían modificar sus palabras exactas proporcionando sinónimos, pero no sus pensamientos.

La recuperación de la idea de la Trinidad en el adventismo fue un paso más en la conducción progresiva de Dios hacia una comprensión más plena de la Escritura.

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