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martes, 9 de septiembre de 2014

Matutina de Menores: Septiembre 9, 2014

CUANDO LOS PADRES NO ESTÁN


«Hijo mío, atiende la instrucción de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre, pues serán para ti un bello adorno: como un collar o una corona» (Proverbios 1: 8, 9).



¡Qué buen consejo! Dios ayuda a los padres que estén dispuestos a obe­decerlo, de manera que puedan instruir y enseñar a sus hijos con sabiduría. Dios provee maestros y pastores para que contribuyan a la enseñanza de los pequeños. Pero ¿qué sucede cuando no hay nadie que pueda aconsejar­te? ¿Qué sucedería si tus padres no pudieran darte los consejos que nece­sitas para apartarte del peligro? ¿En qué forma te hablaría Dios?

Déjame hablarte de Kelli y Rhonda, mis dos hijas. Nuestro hogar está en una academia adventista llamada Blue Mountain, que se encuentra junto a un camino de tierra que llega a un bosque, y que luego sale del mismo. Du­rante el verano mis hijas montaban sus bicicletas por aquellos senderos, y luego bajaban la colina para volver a casa. Una mañana, a fines de otoño, les advertí que no fueran a montar bicicleta al bosque. «La temporada de cazar venados acaba de comenzar hoy. Lleguen hasta el comienzo del bos­que y luego regresen, no pasen más allá durante los próximos días», les dije. Todos los años los cazadores se las arreglan paira no hacer caso de los letre­ros que dicen NO PASE, colocados en la propiedad de la escuela.

Media hora después salí al patio de atrás para ver lo que hacían mis hijas y alcancé a ver unos destellos de color amarillo neón. Eran tres calzadores que estaban escondidos en nuestro bosque. Me dispuse a llamarles la aten­ción diciendo que estaban en una zona donde no se permitía cazar, cuando dos de ellos se agacharon y apuntaron con sus escopetas. Cuando me di vuel­ta y miré a la dirección que apuntaban, se me detuvo al corazón.

¡¡¡Rhonda y Kelli!!! Les estaban apuntando a mis hijas. Antes de que pudiera reaccionar escuché dos disparos y vi cuando mis hijas caían a tierra. Corríhacia los atacantes gritando: «¡¡¡Les han disparado a mis hijas!!!».

(Continuará…)

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