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martes, 9 de septiembre de 2014

Matutina de Adultos: Septiembre 9, 2014

Cómo hacer teología: La autoridad de la Biblia


Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia. 2 Timoteo 3:16.



Waggoner, Jones y los White sintonizaban armónicamente entre ellos en cuanto al modo apropiado de resolver las cuestiones teológicas. Todos sostenían que la Biblia es el único determinante de la creencia cristiana. Como resultado, se unieron contra los intentos de los tradicionalistas de utilizar cualquier otra forma de autoridad a fin de resolver las cuestiones bíblicas.

Elena de White fue especialmente insistente en la necesidad del estudio de la Biblia para ocuparse en disputas teológicas. En abril de 1887, por ejemplo, escribió a Butler y a Smith, diciendo: “Queremos evidencias bíblicas para cada punto en el que avanzamos. No queremos pasar por alto cuestiones, como hizo el pastor Canright con las afirmaciones” (Carta 13, 1887). En julio de 1888, enunció su postura con la mayor claridad posible, cuando publicó en la Review que “la Biblia es la única regla de fe y doctrina” (RH, 17 de julio de 1888; énfasis añadido).

Y el 5 de agosto de 1888 recomendó a sus lectores: “Escudriñen las Escrituras cuidadosamente, para ver cuál es la verdad”. Y añadió que “la verdad no tiene nada que perder con una investigación a fondo. Que la Palabra de Dios hable por sí misma, que sea su propio intérprete”. “La Palabra de Dios es la gran detractora del error; creemos que todo debe ser llevado a ella. La Biblia debe ser nuestro patrón para toda doctrina y práctica [...]. No debemos recibir la opinión de nadie sin compararla con las Escrituras. Aquí hay autoridad divina, que es suprema en asuntos de fe. Es la palabra del Dios viviente la que debe decidir todas las controversias” (Carta 20, énfasis añadido).

Elena de White, también, recalcó el mensaje durante su última presentación en Minneápolis: “Las Escrituras deben ser su estudio; entonces sabrán que tienen la verdad [...]. No deberían creer ninguna doctrina simplemente porque otro diga que es verdad. No deberían recibirla porque el pastor Smith, o el pastor Kilgore, o el pastor Van Horn o el pastor Haskell dicen que es verdad, sino porque la voz de Dios la ha declarado en sus oráculos divinos” (Manuscrito 15, 1888). Fácilmente podría haber agregado su propio nombre a esa lista, dada la postura que había asumido durante las reuniones.

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