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sábado, 20 de septiembre de 2014

Matutina de Adultos: Septiembre 20, 2014

¿Y el Pacto? -1


He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel [...] un nuevo pacto [...]. Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré. Hebreos 8:8-10.



Un pacto religioso es un compromiso entre Dios y las personas, en el que Dios se compromete a bendecir a los que lo aceptan y se comprometen con él.

Esa es una buena definición. Pero ¿qué significa, exactamente? ¿Cuáles son sus implicaciones? Esos interrogantes dividieron a la comunidad adventista allá, por la década de 1880.

Smith y Butler tenían su respuesta para la cuestión del Pacto. Era sencilla: “Obedece, y vive”. Quienes obedecieran tendrían vida eterna. De allí su énfasis en la Ley, la obediencia y la justificación personal.

Pero, a Waggoner la ecuación “obedece, y vive” lo desconcertaba. Primero, afirmó, venía la justificación y la vida en Cristo, y recién después la obediencia. Así que, podríamos enunciar su fórmula como: “Vive [en Cristo], y [luego] obedece”.

El problema crucial del antiguo Pacto, desde la perspectiva de Waggoner, era que “no hacía provisión para el perdón de los pecados”. Pero, el nuevo Pacto tenía, como centro, la justificación por la fe en Jesús. Era un pacto de gracia, en el que los cristianos nacidos de nuevo tienen la Ley de Dios en su corazón. “Caminar en la Ley”, afirmó Waggoner, será una forma de vida natural para los que han nacido en la familia de Dios y tienen la Ley que habita en su ser interior.

Los adventistas de 1888 estaban preocupados por el Pacto. Y era lógico; al fin y al cabo, ¿qué es más importante que la salvación?

¡Nada! Comparados con la salvación, un auto nuevo, una casa mejor o, incluso, la misma vida terrenal no tienen importancia.

No deberíamos culpar a los adventistas de hace más de un siglo por su agitación cuando alguien desafiaba su idea de la salvación y de la misión de la iglesia. Cada uno de nosotros debería estar profundamente preocupado por los mismos temas. Vivimos en un mundo convulsionado, de enfermedad y muerte. ¿Existe algo mejor? Este desorden ¿durará para siempre? ¿Sobre qué base puede Dios salvar a las personas problemáticas en un mundo problemático? Esos son los interrogantes de las creencias religiosas.

Las respuestas de ellos estimularon la formación de la Iglesia Adventista, y estarán relacionadas con su destino final.

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