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domingo, 14 de septiembre de 2014

Matutina de Adultos: Septiembre 14, 2014

Dos clases de justicia -2


¿No fue justificado por las obras Abraham [...]? Santiago 2:21.



La relación entre la fe y la obediencia está en el centro de la justicia y la justificación. Ayer encontramos a Urías Smith razonando, a comienzos de 1888, que la obediencia era la clave de la salvación. Su principal ilustración era la del joven rico. De lo que Smith no se dio cuenta fue que aunque el joven rico había guardado los Mandamientos, aun así se alejó de Cristo, totalmente perdido.

Smith y sus colegas, por supuesto, creían en la justificación por la fe. Tenían que creerlo, porque está en la Biblia. Pero, basaban su interpretación en la traducción engañosa de la King James Version [Versión del Rey Jacobo] de Romanos 3:25, que afirma que “la justicia [de Cristo] para la remisión de los pecados que son pasados” [en RV60: “su justicia [de Cristo], a causa de haber pasado por alto [...] los pecados pasados”]. De modo que J. F. Ballenger pudo escribir: “Para hacer reparación de los pecados pasados, la fe lo es todo. Indudablemente preciosa es esa sangre que borra nuestros pecados y deja un registro limpio del pasado. La fe solo puede hacer que las promesas de Dios sean nuestras. Pero el deber actual debemos cumplirlo nosotros [...]. Obedece la voz de Dios, y vive; o desobedece, y muere”.

Un resultado de su creencia de que la justificación por la fe se ocupaba de los pecados pasados era que Smith, Butler y sus amigos enseñaban que conservar la justificación después de la conversión era un asunto de “justificación por obras”. Después de todo, Ballenger escribió posteriormente, citando a Santiago: “¿No fue justificado por las obras Abraham [...]?” “Cuando obedecemos, ese acto, unido a nuestra fe, garantiza nuestra justificación”.

Así que, para estos adventistas, la justificación no era solo por fe, como afirma Pablo repetidas veces (incluso de Abraham; ver Rom. 3:20-25; 4:1-5; Efe. 2:5, 8; Gál. 2:16), sino fe más obras.

Era precisamente esa teología con la cual Waggoner y Jones disentían. En un editorial de enero de 1888 en la Signs, titulado “Diferentes clases de justicia”, Waggoner, que contendía con Smith, señaló que una persona no podía mejorar la justicia moral de los escribas y los fariseos porque “ellos confiaban en sus propias obras, y no se sometían a la justicia de Dios”. De hecho, afirmaba que la justicia de ellos no era “verdadera justicia para nada”. Simplemente, habían tratado de “encubrir una prenda sucia y harapienta, poniéndose encima algunos trapos sucios más”.

¿Cómo somos salvos? Y ¿cómo se relacionan las obras con esa salvación? Esa era la esencia de la lucha en Minneápolis. También era el conflicto entre Pablo y sus adversarios en Romanos y en Gálatas.

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