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viernes, 8 de agosto de 2014

Matutina de Menores: Agosto 8, 2014

Las cosas pequeñas importan mucho


«No añadan ni quiten nada a lo que yo les ordeno; cumplan los mandamientos del Señor su Dios, que yo les ordeno» (Deuteronomio 4: 2).



Imagina que subes a un avión pensando que te diriges a Florida, en Estados Unidos, pero llegas a Alaska. Eso fue lo que sucedió en 1981 a los esposos Lewenetz. Salieron de Moscú, en Rusia, para visitar a los padres de él que vivían en San Petersburgo, Florida. Cuando bajaron del avión, como no hablaban inglés, pasaron inmigración sin darse cuenta del error. No lo averiguaron hasta que llamaron a un taxi y le entregaron la dirección. El chofer llamó a un amigo que hablaba ruso, quien descifró el problema.

«Los esposos Lewenetz llegaron a Petersburgo, Alaska, en vez de a San Petersburgo, Florida, porque un empleado del aeropuerto de Moscú se sintió incómodo al ver la palabra “San” antes del nombre Petersburgo», explicó un empleado de la aerolínea. Ese pequeño error envió a los esposos a Petersburgo, un puerto pesquero a unos 160 kilómetros de Juneau, en Alaska. «La compañía llevará a la pareja a San Petersburgo, Florida, sin costo alguno». Tres pequeñas letras, una S, una A y una N, causaron un error de más de 4,500 kilómetros de distancia.

¿Has oído las excusas que usa la gente que hace cosas malas? Yo sí. Cuando alguien copia en un examen: «¡Eso no tiene importancia!». ¿Ah, no? ¿Tú permitirías que te operara un cirujano que aprobó sus exámenes copiando? En ocasiones la gente bebe un poco más de la cuenta: «¡Eso no tiene importancia!». ¿Ah, no? ¿Cuántos mueren cada año porque un chofer bebió de más? Una pequeña mentira: «No es para tanto». ¿Ah, no? Varios aviones se han estrellado ocasionando la muerte de todos los pasajeros porque un inspector escribió una mentira en su informe.

Para Dios todo tiene importancia. El más insignificante hábito podría destruir al mejor cristiano. Dios no le dio a Moisés diez sugerencias, sino diez mandatos: para que vivamos de acuerdo con ellos. Cuando alguien dice: «Eso no tiene importancia», las señales de advertencia deben prenderse en tu mente. Si no lo hacen, lo menos que te podría suceder es que termines en Petersburgo, Alaska. ¿Lo peor? Bueno, estoy segura de que puedes imaginártelo.

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