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sábado, 9 de agosto de 2014

Matutina de Adultos: Agosto 9, 2014

Nuevos rostros: conozcamos a E. J. Waggoner


Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada. Marcos 14:24.



Ellet J. Waggoner era el más joven de los participantes más destacados del Congreso de la Asociación General de 1888. Nacido en 1855, era hijo del pastor J. H. Waggoner, a quien ya conocimos.


Ellet obtuvo una maestría en la ciudad de Nueva York en 1878, pero nunca encontró la satisfacción deseada en la práctica médica. Como resultado, entró en el ministerio, y recibió una invitación como asistente editorial de la Signs of the Times en 1884.

La crisis teológica más importante en la vida del joven Waggoner ocurrió en una reunión campestre en Healdsburg, California, en octubre de 1882. Durante un sermón, experimentó lo que denominó una “revelación bíblica extra”.

“De repente”, informó, “brilló una luz a mi alrededor y, para mí, la carpa estaba mucho más iluminada que si estuviese brillando el sol del mediodía, y vi que Cristo pendía de la cruz, crucificado por mí. En ese momento, tuve mi primer pensamiento positivo, que llegó como un diluvio abrumador: que Dios me amaba, y que Cristo murió por mí”.

Waggoner “sabía que esta luz [...] era una revelación directa del Cielo”. Por lo tanto, resolvió allí mismo que “estudiaría la Biblia a la luz de esa revelación”, para poder “ayudar a otros a ver la misma verdad”. Debido a ese plan, señaló, “cada vez que acudí al Libro Sagrado, hallé a Cristo definido como el poder de Dios para la salvación de las personas, y nunca encontré nada más”.

Fue la “visión” de Waggoner la que finalmente lo guió a un estudio en profundidad del libro de Gálatas. Dado su punto de partida, no es de extrañar que encontrara el evangelio en Gálatas. Ese descubrimiento le daría protagonismo en el adventismo durante la última parte de la década de 1880. Esto, también, lo prepararía para la confrontación directa con los dirigentes de la Asociación General, G. I. Butler y Urías Smith, en el Congreso de la Asociación General de 1888.

Como veremos, E. J. Waggoner fue el más gentil de los hombres que participaron de los acontecimientos que giraron en torno de las nuevas enseñanzas de la era de 1888.

La experiencia de Waggoner le dio forma a su vida. Una “visión” de la justicia de Cristo siempre transforma nuestros pensamientos y nuestra manera de actuar. Cada día necesitamos preguntarnos si nuestro adventismo ha sido bautizado por la luz de la cruz.

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