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sábado, 9 de agosto de 2014

Matutina de la Mujer: Agosto 9, 2014

Invócalo y te responderá


“Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré.“ Salmo 91:14,15



Cuando ponemos a Dios en primer lugar en nuestra vida y lo reconocemos como nuestro Creador y Redentor, las cosas que parecen difíciles se tornan diferentes.

Él ha hecho mucho en mi vida.

Cuando tenía 17 años lo conocí y me enamoré del Señor, tanto que dibujaba corazones en mis cuadernos del colegio y mis compañeros pensaban que se trataba de otra persona.

Como única adventista de mi familia no fue fácil, pero no dejaba de pensar en él. Para mí era lo más hermoso que me había pasado. Asistía sola a todas las reuniones de la iglesia. Trataba de hacer todas mis tareas en casa para que mi madre no tuviera que hacerme quedar por alguna razón.

Recuerdo que por las noches, cuando volvía a casa por las oscuras calles de mi pueblo, siempre sentía la compañía de mi amado Señor. El me cuidó desde siempre y me eligió para servirle. A veces no entendía por qué él me había salvado de tantos momentos difíciles cuando no era cristiana. Luego comprendí que tenía un plan especial para mí.

¡Oh, cuán grande es su amor por mí! Me ha cuidado cuando nacieron mis tres hijos. Me ha librado de los peligros del tránsito, viajando de una ciudad a otra durante cuatro años para ir a la universidad. Me ha consolado cuando he estado angustiada por diferentes circunstancias. Me ha librado de los peligros acechantes del mundo al tenerme en su pueblo escogido. Mantengo firmemente sus promesas en mi corazón pues son aliento de vida en momentos de angustia. Como dice su Palabra, él librará y glorificará a quien lo busca y lo invoca.

Amiga, el deseo más grande de mi corazón es poder ver a Jesús. Por eso, te invito a que nos sigamos preparando para ese gran encuentro. Vivamos agradecidas a Dios por las grandes bendiciones que recibimos de su gracia. Que nuestro deseo sea servirle hasta cuando regrese en gloria y majestad. Que nuestro amor por el Señor Jesús pueda crecer por nuestra intimidad con él en las primeras horas de cada día, mediante el estudio de la Biblia y la oración.

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