Buscar...

domingo, 3 de agosto de 2014

Matutina de Adultos: Agosto 3, 2014

Paladines de la temperancia


¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino. Proverbios 23:29, 30.



Una de las grandes cruzadas de los Estados Unidos del siglo XIX fue el movimiento pro temperancia, que tenía como objetivo la ilegalización del uso y la venta de bebidas alcohólicas. Lyman Beecher, uno de los predicadores más influyentes de la Nación, creó el movimiento en 1825. “La intemperancia”, dijo a voz en cuello, “es el pecado de nuestro país [...] y si hay algo que frustrará las esperanzas del mundo [...] es ese río de fuego”. Beecher siguió exigiendo una corrección nacional, mediante la prohibición de bebidas fuertes como artículo comercial.

Para cuando el adventismo había llegado a su adolescencia, en la década de 1870, la campaña general de temperancia se había ampliado: incluía la abolición y todas las bebidas alcohólicas. La joven iglesia propugnaba activamente a los candidatos de la temperancia, y Elena de White estaba tan interesada en el asunto que hasta sugirió la medida, sin precedentes, de ir a las urnas y votar en sábado por los proponentes de la temperancia.

A lo ancho de los Estados Unidos y finalmente alrededor del mundo, el adventismo ofrecía sus oradores y sus propiedades a fin de ayudar en la cruzada contra el alcohol. En 1874, por ejemplo, los adventistas cedieron sus dos grandes carpas evangelizadoras para una serie de reuniones que propugnaban el cierre de los 135 bares de Oakland, California, sede del programa de publicaciones del adventismo en la costa oeste. Esa cooperación llevó a los adventistas a una relación de trabajo con el “alcalde de la ciudad, varios clérigos, uno de los periódicos locales, y varios de los principales ciudadanos y empresarios [...]. Después de organizarse bien, la comisión ejecutiva planificó una serie de reuniones masivas, que se llevaron a cabo en nuestras espaciosas carpas. Trabajaron día y noche, hasta que toda la ciudad despertó a la acción”.

El resultado fue una “gloriosa victoria”, de la que los adventistas recibieron parte del reconocimiento en los titulares de los periódicos.

Elena de White estaba al frente de los adventistas en la temperancia y, a menudo, hablaba frente a audiencias no adventistas en los Estados Unidos, Europa y Australia. En 1879, los adventistas del séptimo día habían formado la Asociación Norteamericana de Salud y Temperancia, bajo el liderazgo de John Harvey Kellogg.

La cruzada de la temperancia fue un método que Dios usó para abrir el camino con el fin de que la iglesia tuviese un mayor impacto en la cultura de su época. ¿En qué movimientos de reforma deberíamos (o debería) estar involucrados hoy?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario