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viernes, 1 de agosto de 2014

Matutina de Adultos: Agosto 1, 2014

El surgimiento del adventismo negro


Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra. Hechos 17:26.



El acercamiento adventista a los afroamericanos tuvo un comienzo lento, en parte debido a que el adventismo era una iglesia norteña, en una nación acerbamente dividida por la esclavitud y la raza. Casi toda la gente de raza negra, en las décadas intermedias del siglo XIX, vivían en el sur; y ni siquiera la evangelización de nuestra iglesia entre los blancos de esa región tuvo mucho impulso hasta fines de la década de 1870 y comienzos de la de 1880.

No era que el adventismo primitivo no estuviese preocupado por la difícil situación de los afroamericanos; al contrario, la nueva iglesia fue abolicionista desde su nacimiento, al sostener que la esclavitud africana era el mayor pecado estadounidense. Elena de White había aconsejado desobedecer la Ley de Esclavos Fugitivos aprobada en el orden federal, aunque significara ir a prisión. Y dirigentes sabatarios como J. P. Kellogg (padre de John Harvey y Merritt G.) y John Byington (primer presidente de la Asociación General) habían dirigido estaciones del Ferrocarril Subterráneo en sus fincas, con la intención de ayudar a los esclavos a huir del sur y alcanzar la libertad en Canadá.

Después de haberse alcanzado la libertad de los esclavos durante la Guerra Civil, la Asociación General, en 1865, reconoció que “ahora hay un campo abierto en el sur para trabajar entre la gente de color, y debería ser penetrado según nuestras capacidades”. Lamentablemente, la capacidad de la iglesia en términos financieros y de personal era muy limitada.

Los primeros adventistas del séptimo día de color, probablemente, estaban en el norte, pero tenemos poco conocimiento sobre su identidad. No fue sino hasta que la iglesia comenzó a penetrar en el sur que encontró gente de raza negra en cualquier cantidad y, además, en una situación de segregación.

Durante la década de 1870, varios adventistas hicieron esfuerzos para ayudar a los ex esclavos a recibir una educación básica. Se dio un paso importante cuando R. M. Kilgore llegó a Texas con el fin de ayudar a organizar iglesias en una zona racialmente enfervorizada. Varias veces enfrentó amenazas de linchamiento, y en una ocasión alguien quemó su tienda de campaña.

Incluso predicar a la gente era problemático en el dividido sur. Una propuesta era hablar a los blancos y a los negros desde una puerta que separaba sus respectivas salas. Los congresos de la Asociación General de 1877 y 1885 debatieron el problema de si crear iglesias separadas para ambas razas o no, siendo que la mayoría de los oradores creía que hacer eso no sería cristiano. Pero, cuando los evangelistas intentaban predicar a grupos mixtos en el sur, los blancos y, a veces, los negros boicoteaban las reuniones. ¿Qué hacer?

Señor, los seres humanos hemos hecho un verdadero desastre de la cuestión racial. Ayúdanos a entender que somos un solo pueblo. Y ayúdanos, como cristianos, a ir más allá de los prejuicios de nuestras culturas.

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