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jueves, 24 de julio de 2014

Matutina de Jóvenes: Julio 24, 2014

Hadad


Por lo tanto, el Señor hizo que Hadad el edomita, que pertenecía a la familia real de Edom, surgiera como adversario de Salomón. 1 Reyes 11:14.



El pecado tiene consecuencias. No solo la muerte final y eterna (Rom. 6:23), sino también una serie de consecuencias menores van carcomiendo tu alegría, tus relaciones, tu vida… Son como pequeñas hormigas que van comiendo “los bordes de la hoja de tu vida” pero que, en realidad, si no las exterminas te matarán.

Salomón gozó de paz porque estaba con Dios. Más allá de sus errores, él elegía servir a Jehová. Cuando Salomón escoge agradar a sus mujeres paganas, el Cielo no lo puede bendecir más.

Entonces, aparece Hadad, un hombre de la familia real de Edom. Cuando él era un niño, David y su ejército habían matado a todos los hombres de su pueblo. La situación era tan complicada, que tuvo que huir a Egipto, para no morir. En Egipto, Hadad consiguió llegar a formar parte de la familia del faraón. A pesar de tener todo lo que un hombre quisiera tener en este mundo; cuando se entera de que David y Joab habían muerto, pide regresar a Israel.

Si Salomón hubiera estado en los caminos de Dios, la Biblia no mencionaría a Hadad como un adversario; quizá –como mucho– su nombre aparecería entre los pueblos dominados por el rey.

La promesa de Dios era clara y terminante: si me eliges, te puedo bendecir; si me rechazas, no puedo defenderte. La lógica del Cielo continúa siendo la misma. Y, lamentablemente, nosotros seguimos comportándonos como Salomón; y por eso continuamos sufriendo con los pequeños Hadad que se atraviesan en nuestro camino.

Dejar de lado al Dios de las bendiciones te coloca, sin paradas intermedias, en el territorio desprotegido del enemigo. No puedes esperar que el Señor te bendiga, cuando tú elegiste –con tus palabras, actitudes y acciones– ubicarte en el territorio contrario. No puedes esperar que el Señor te cuide, cuando tú elegiste, con plena conciencia y libertad, andar descuidadamente por la vida en la compañía del adversario de Dios.

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