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martes, 15 de julio de 2014

Matutina de Adultos: Julio 15, 2014

Conscientes de las misiones extranjeras -2


La tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar. Isaías 11:9.



A pesar del hecho de que algunos destacados pastores adventistas en 1872 todavía predicaban que el llevar el evangelio a todo el mundo, mencionado en Mateo 24:14, había visto ya su cumplimiento, el impulso para la misión continuó cobrando fuerza entre los adventistas. Pero, era un problema conseguir personal capacitado; y esto hizo que en 1873 y 1874 se tomaran medidas para fundar el primer colegio de la iglesia.

En el verano de 1873, Jaime White no solo estaba solicitando un colegio, sino también instó a que J. N. Andrews fuese a Suiza ese otoño, en respuesta al pedido de un misionero para los adventistas suizos. Aquel mes de noviembre, White convocó a un congreso especial de la Asociación General con el objetivo de analizar a un misionero. Pero, aun así no pasó nada.

Es significativo que el sermón ofrecido por White en el Congreso de 1873 fuese una exposición de Apocalipsis 10, en relación con las misiones extranjeras. Anteriormente ese año, había aplicado el imperativo de Apocalipsis 14:6 de predicar el evangelio eterno a todo el mundo y el mandato de Apocalipsis 10:11 de que “es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes” a la comisión mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día tras el chasco millerita. Esos dos textos, junto con Mateo 24:14, finalmente impulsarían las misiones adventistas a cada rincón de la Tierra, cuando la iglesia trataba de cumplir lo que llegó a entender como su papel profético en la historia.

En enero de 1874, White estableció el True Missionary [Misionero verdadero]. Las páginas del primer periódico misionero adventista recomendaban el envío de misioneros al extranjero. Elena de White compartía la visión más amplia de su esposo. En abril de 1874, tuvo un “sueño impresionante”, que ayudó a vencer lo que quedaba de la oposición a las misiones. “Estáis concibiendo ideas demasiado limitadas de la obra para este tiempo”, le dijo el mensajero angelical. “Vuestra casa es el mundo [...]. El mensaje avanzará con poder a todas partes del mundo, a Oregon, a Europa, a Australia, a las islas del mar, a todas las naciones, lenguas y pueblos”. “Se me mostró”, dijo, que la obra misionera era mucho más vasta “de lo que nuestros hermanos han imaginado, o de lo que jamás han contemplado y planeado”. Como resultado, exigió mayor fe que se exprese mediante la acción (NB 230, 231). “Mayor fe”. Esa era la necesidad en aquel entonces. Esa es la necesidad ahora.

Aumenta nuestra fe, Padre, a fin de que podamos ver tu voluntad aún en nuestra vida.

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