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martes, 3 de junio de 2014

Matutina de la Mujer: Junio 3, 2014

Ver el vaso medio lleno


“Muéstrame, oh Jehová tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado todo el día.” Salmo 25:4,5



Una fábula cuenta que dos bu­rros se pusieron anteojos y salieron a pastar. Uno veía el pasto lozano, fresco, verde, y lo comía con placer, mientras que el otro se quejaba porque el pasto estaba seco, pajoso, y le costaba masticar y tragar. ¿Dónde estaba la diferencia? El pri­mero tenía lentes de color verde, y el segundo, marrones.

¿Cuál es el color de nuestros anteojos? ¿Cómo miramos los problemas? Si nos parece que todo es oscuro, deprimente, ¡cambiemos el color de los anteojos! Al principio parece difícil, pero cuando nos habituamos a mirar el lado bueno de lo que nos sucede ¡la vida cambia!

Yo lo experimenté conmigo. En una libretita destinada a tal fin, me propuse escribir cada día una lista de diez cosas positivas que me sucedían ese día. Al principio llegaba a tres o cuatro, y no encontraba más, pero con el tiempo y el entrenamiento, escribía muchas más de diez. Es interesante ver tantas bendiciones diarias de Dios que creemos productos del diario vivir, que suceden automática­mente, pero que son el resultado del continuo cuidado del Señor.

¿No es oportuno alabar a Dios? Hazlo ahora mismo, verás cómo te bendice. Los creyentes conocemos a Dios, su amor, su interés y deseo de bienestar para nosotros. Da el mismo trabajo ver bendiciones que inconvenientes, pero ¡qué diferencia en el efecto sobre nuestra psiquis! No es que piense que todo lo que nos sucede es positivo, soy realista. A todas nos suceden cosas negativas, pero la diferencia está en el color de los anteojos que usamos.

Las vicisitudes son grandes oportunidades para crecer y confiar incondicio­nalmente en Dios. “El camino real que se ha dado a los redimidos para que anden por él no constituye tinieblas desanimadoras. Si no fuera por Jesús, nuestro peregrinaje verdaderamente sería solitario y doloroso. Él dice: ‘No os dejaré huérfanos’ (Juan 14:18). Por lo tanto reunamos todas las preciosas promesas. Repitámoslas durante el día y meditemos en ellas durante la noche, y estemos gozosos” (Mensajes selectos, t. 2, pp. 279, 280).

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