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domingo, 29 de junio de 2014

Matutina de Adultos: Junio 29, 2014

En busca de la educación adecuada -4


Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta. Isaías 1:18.



Los fundadores del Colegio de Battle Creek en 1874 fueron extremadamente claros en lo que querían en su nuevo colegio. Deseaban una institución que enseñara la Biblia, que preparara pastores y misioneros, y que desarrollara en los alumnos la capacidad de razonar con Dios. Sabían por qué establecían ese colegio.

Pero, luego venía el cuerpo docente. Aún más básica era la cuestión de dónde encontraría profesores y personal la institución en ciernes.

Afortunadamente, tenían al menos un graduado de una universidad en su medio. Sidney Brownsberger había terminado la carrera de estudios clásicos en la Universidad de Míchigan en 1869, y pronto recibiría una maestría por la misma institución en 1875. Dadas las necesidades de la iglesia, y la educación y la dedicación de Brownsberger al adventismo, él era la opción obvia para dirigir el nuevo colegio.

Pero, su llamado tenía un solo inconveniente. Si bien era excelente en lo académico, casi no tenía noción de cómo implementar los objetivos de los fundadores.

En una de las primeras reuniones de la junta del colegio, Guillermo White nos cuenta que su madre “les leyó el testimonio sobre la educación adecuada. Todos escucharon con profundo interés. Lo reconocieron como oportuno. También, admitieron que se requería una obra más amplia que la que habían planeado y que su hermosa ubicación”, en las afueras de Battle Creek, “aunque era conveniente y estaba cerca, no proporcionaba lo necesario para todo lo que se requería.

“Uno dijo: ‘Bueno, hermano Brownsberger, ¿qué podemos hacer?’

“Él respondió: ‘No sé nada en cuanto a la conducción de un colegio así [...].’

“Entonces se resolvió que la obra del colegio debía organizarse por las vías regulares y que la cuestión de las industrias debía estudiarse con una visión a su [posterior] introducción. Pero, no se tomaron medidas definitivas en relación con las industrias hasta que pasaron muchos años”.

El joven líder en educación hizo lo mejor que pudo. El colegio que creó a mediados de la década de 1870 tenía, como plan de estudios básico, un curso tradicional de humanidades centrado en el latín, el griego clásico y las literaturas de esos idiomas. Casi no era una institución “reformista”.

Pero, Dios la usó de todos modos. Y esa es una buena noticia: que Dios nos usa a pesar de nosotros mismos, a pesar de nuestros defectos. ¡Gracias, Señor!

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