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sábado, 24 de mayo de 2014

Matutina de la Mujer: Mayo 24, 2014

Los extraños caminos de Dios


“Pon tu vida en las manos del Señor, confía en él, y el vendrá en tu ayuda” Salmo 37:5 DHH



Conocí a María cuando asistió por primera vez a mi clase de Escuela Sabática. Venía de la República Checa, y casi no hablaba castellano. Pronto la invité a estudiar la Palabra de Dios. Nunca estudié la Biblia con una alumna que tuviera tanto interés. En pocos meses su Biblia estaba subrayada y gastada de tanto leerla. Muchas veces nuestros estudios duraban más de tres horas.

Apenas María entregó su vida a Dios comenzó a anhelar intensamente regresar a su patria para compartir su fe con sus hijas y amigos, todos ateos. Puso esto en oración y se dedicó concentradamente a juntar el dinero para regresar. Ella había salido de su país con una gran deuda con el gobierno, y su plan era trabajar, ahorrar y regresar para saldar su deuda. Pasaron casi ocho años y no había podido juntar el dinero necesario para cumplir con su objetivo.

Un sábado de tarde charlábamos en el cuarto de estar de casa, y María me hizo la siguiente pregunta:

-Susy, ¿por qué será que Dios no contesta mi oración, si lo que deseo es volver a mi país para compartir el evangelio con mi familia?

“Tal vez no estés orando bien, María -le contesté-. Quizá le estés pidiendo que haga las cosas a tu manera, y no estás dejando que él las haga a la suya.

Allí mismo María tomó la decisión de dejar absolutamente todo en manos de Dios, sin importarle cómo él decidiera actuar. Dos días después, María me llamó desde la prisión de alta seguridad de Ezeiza, Argentina. Se la oía animada y tranquila.

-No te asustes, Susy. Esta mañana un agente de Interpol me arrestó y me trajo aquí, pero este es el plan de Dios, estoy segura. Yo le pedí que hiciera todo a su manera, y ya me ha contestado.

A los dos meses, María llegaba de regreso a la República Checa, expatriada por Interpol, para cumplir una sentencia de tres años. La mayoría de los cargos que le endilgaban eran falsos, y su sentencia se redujo a solo un año, durante el cual pudo compartir el amor de Dios con muchas prisioneras. Hoy María está libre, su deuda con el gobierno fue perdonada, y Dios la está utilizando poderosamente para ayudar a otros a encontrar la verdadera libertad en Jesús.

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