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martes, 8 de octubre de 2019

Matutina de Damas : Octubre 8, 2019

MUJER DOLIENTE


Diré yo a Jehová: «Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré». Salmo 91:2.



La vida no es fácil para nadie. Incluso esas personas que parecen tenerlo todo, sufren y se angustian. Todos, de una u otra forma, nos vemos enfrentados a situaciones que «nos mueven el piso». Hasta aquí todos tenemos un común denominador: la adversidad acaba llamando a nuestra puerta. Pero así como esto es evidente, también lo es el hecho de que no todos reaccionamos de la misma manera ante la misma situación. Algunos, ante un fracaso deciden reemprender la tarea hasta lograr el éxito; otros se abandonan a la decepción y el pesimismo, y se hunden en la depresión, tan de moda en nuestros días.

Rizpa está viviendo uno de los peores momentos de su vida. Ni tú ni yo quisiéramos nunca estar en su piel. Debido a un pacto no cumplido, sin ser culpables de ello, sus dos únicos hijos acaban de perder la vida, al igual que cinco de sus sobrinos. La tragedia golpea sin misericordia la puerta del corazón de esta mujer. Pero hay algo que me impresiona de su actitud. Antes de revelarte su secreto, te pregunto: ¿Qué hubieras hecho tú en una situación como esta? ¿En qué o en quién habrías encontrado refugio?

Cuando Rizpa ve lo que ha acontecido a sus amados, no recurre al alcohol ni a ninguna otra vía de escape que el mundo ofrece. Dice la Escritura que tendió una tela de cilicio sobre la roca (ver 2 Samuel 21:10). El cilicio es un símbolo de duelo y de arrepentimiento y ella lo lleva a la roca.

¡Qué gesto el de Rizpa! Tal vez no conocía mucho de los tratados entre los pueblos ni de las consecuencias de incumplirlos, pero conocía a Alguien superior a cualquier alianza humana. Rizpa sabía que en un dolor tan grande como el que ella estaba pasando, solo había Uno capaz de consolarla y entenderla. Y es a esa persona, a Dios, a quien ella recurre en busca de ayuda. Con humildad extiende la tela, pero también su alma cargada de dolor ante el Único que conocía sus sentimientos de congoja y pesar.

Rizpa: un modelo digno de imitar cuando el dolor golpee nuestra puerta. —

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