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lunes, 30 de septiembre de 2019

Matutina de Damas : Octubre 1, 2019

EN BUSCA DE UN HIJO


Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Salmo 4:1.


En el antiguo Israel, cuando un esposo moría sin haber dejado un hijo varón, la ley mandaba que el hermano del difunto o el pariente más cercano se casara con la viuda para engendrarle un hijo a su nombre. Tamar, una joven cananea, se había casado con Er, el hijo mayor de Judá, pero Er murió. Conforme a la ley, Tamar fue dada a Onán, el hermano del difunto, para tener un hijo a nombre del difunto. Pero Onán se negó a darle descendencia a Er.

A Judá, el suegro de Tamar, solo le quedaba un hijo, Sela, a quien le correspondía casarse con Tamar y hacer lo que no hizo Onán en favor de su hermano mayor. Pero Judá no quiso darle el muchacho a su nuera. Tenía miedo de que este muriera como los anteriores.

Tamar estaba en problemas, pero no se dio por vencida. Ella debía tener descendencia en la familia de Judá, y se le ocurrió un plan ingenioso. Se disfrazó de prostituta y se ubicó en el camino de Judá. Este, que era viudo, se acercó a ella sin saber quién era. Pero Judá no traía dinero, así que le prometió pagarle con un cabrito. Tamar le pidió en garantía tres objetos personales: el anillo, el cordón y el báculo.

Cuando Judá consiguió el cabrito, lo envió por medio de su amigo Hira, pero este no encontró a la prostituta. Pasados algunos meses, alguien le dijo a Judá que Tamar estaba encinta. Rápido para impartir justicia, Judá ordenó que la apedrearan y la quemaran por ser fornicaria. Cuando iban a ejecutarla, Tamar se defendió mostrando las cosas que Judá le había dado en prenda. Entonces Judá la declaró absuelta y reconoció que ella era más justa que él, porque al negarle a su hijo Sela, él también se negaba a darle descendencia a su hijo Er (ver Génesis 38).

Sí, Tamar fue más justa que Judá, y el Señor la recompensó. De su vientre salieron dos hijos varones; uno de ellos, Fares, formó parte de la línea ancestral de Jesús. ¡Qué privilegio!

Si sufres porque parece que la injusticia se ensaña contigo, no desesperes. Encomienda tu caso al Juez del universo, él te hará justicia. –AR

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