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domingo, 18 de noviembre de 2018

Matutina de Damas : Septiembre 18, 2018

Cuando clamas, él responde


Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes” (Jer. 33:3).


Durante mi último año en la universidad, Dios me ayudó a confiar en él y aferrarme a sus promesas. A pesar de ser estudiante que trabajaba, sobreviví hasta que me gradué como instructora bíblica y maestra de escuela primaria.

Un año antes de graduarme en Mountain View College, en Filipinas, la Sra. Vevencia Gayao, directora del departamento de Educación, me dijo: “No puedes graduarte, a menos que te inscribas en una clase de verano”. El Departamento de Educación Superior había decidido cambiar a un nuevo currículo para el siguiente año escolar.

Pasé muchas noches en vela, pensando qué hacer. Yo era una estudiante que tomaba clases para terminar mi carrera, pero también trabajaba. Eso significaría muchas horas de trabajar y estudiar al mismo tiempo. Seguí orando, confiando y creyendo en las promesas de Dios.

Mi supervisora en el trabajo me animó, diciendo: “Dios obrará milagros para ti! No tenía idea de que había presentado mi nombre a la comisión administrativa de la universidad, para que recibiera ayuda financiera. Entonces, poco antes del comienzo de las clases de verano, recibí un memorando de la oficina de Admisiones que decía: “Tu clase de verano ha sido pagada y ahora puedes inscribirte”. ¡Me sentí tan feliz por saber que podía tomar las clases de verano requeridas! También descubrí que el Dr. Block, un filántropo de los Estados Unidos, había enviado becas para alumnos que necesitaran de ayuda. Todavía no conozco a este hombre, pero mi consuelo es que Dios responde cuando clamamos.

Hoy, soy muy feliz sirviendo a Dios en la universidad adventista de Zurcher, Madagascar. Mi esposo y yo estamos contentos de poder compartir nuestras bendiciones con alumnos que necesitan ayuda financiera. Ojalá nosotros también seamos una bendición para responder a las necesidades de otros.

Personalmente, he experimentado la verdad que dice: “No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda” (Sal. 139:4). Dios conocía mi necesidad, e inspiró a alguien para que la supliera. También conozco la verdad de: “Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes” (Jer. 33:3). ¡Puedes confiar en él!

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