Matutina de Damas : Junio 26,2017

GUIADA DESDE EL COMIENZO

Señor te guiará siempre; te saciará en tierras resecas, y fortalecerá tus huesos. Serás como jardín bien regado, «o como manantial cuyas aguas no se agotan” (Isa. 58:11).

EI sol matutino ya comenzaba a iluminar el cielo. Esa mañana dormí un poco más de lo habitual, porque había vuelto a casa tarde de un evento musical en un estado cercano. Acomodé las almohadas para estar sentada sobre la cama, ya que no quería levantarme todavía. Mi mente recordó años pasados.

En ese tiempo, había tenido un trabajo con un sueldo bastante bueno. Pero luego, por una serie de sucesos, me encontré viviendo en un pequeño pueblo, con poco trabajo y pagos que no cubrían mis gastos básicos para vivir. En diez años había tenido tres de esos trabajos. Asistí a clases en un centro de formación profesional para mantener mis capacidades actualizadas, pensando que volvería a conseguir un trabajo; pero no resultó así. A pesar de esto, con bastante creatividad, gané dinero a través de comisiones. Por más gratificante que fuera esto, no me alcanzaba el dinero.

Cuando se terminaron mis ahorros, comencé a sacar dinero de mi cuenta de jubilación, para poder seguir pagando la hipoteca. Entonces, al ver que la cuenta de jubilación se estaba acabando, puse mi casa en venta. Nunca había dejado de pagar una cuota ni la había pagado tarde, dado que sentía que debía cuidar la reputación de Dios ante mis vecinos no cristianos. iQué ingenua! Tenía que aprender que Dios es más que capaz de cuidar de su propia reputación.

El mes anterior a que cerrara mi cuenta de jubilación, comencé a ateptar trabajitos pequeños y más comisiones. Para fin de mes, tenía suficiente dinero para pagar las cuentas. Y lo mismo se fue repitiendo por un par de años, dándome tiempo para dedicarme también al ministerio musical, que siempre había sido mi mayor pasión.

Y aquí sentada, observando el amanecer, con el corazón lleno de gratitud por la dirección de Dios, entendí cómo mi vida reflejaba su plan de salvación. Sin importar cuánto luchara por “trabajar”, por “ganar”, mis débiles intentos de ganar el favor de Dios son totalmente indignos. Solo cuando dejo de esforzarme por lograr el deseo de mi corazón, es cuando recibo las bendiciones para esta vida y las bendiciones para la vida que vendrá. Solo tenía que abandonar mi lucha y dejar todo a los pies de mi Padre. iÉl es más que capaz y sus promesas son verdaderas!