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jueves, 20 de julio de 2017

Matutina de Jovenes : Julio 20, 2017

Huellas cósmicas


Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que Tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?’ (Salmo 8:3, 4).


Sí. Fue un día histórico. Al parecer, el 20 de julio de 1969, el módulo lunar Eagle, de la misión espacial Apollo XI, se posó sobre Luna a las 20:17:40. Cinco horas y media más tarde, Neil Armstrong y Edwin E. Aldrin serían los primeros hombres en pisar la superficie lunar.

Para Enrique Ernesto Febbraro, este hecho unió a la humanidad. Por eso, se tomó el trabajo de escribir mil cartas a cien países diferentes, promoviendo este día como el Día del Amigo. Por eso, en muchos países se festeja el Día de la Amistad el 20 de julio. Sea cual fuere la fecha en que se recuerde la amistad, lo importante es que tenga un día para ser recordada.

El versículo de hoy, en varios sentidos, une el tema de llegar a la Luna y la amistad. Veamos:

Dios es nuestro Creador y nosotros, sus criaturas. Pero el trato que tenemos con él no es del de Jefe-empleado, sino de Amigo-amigo.
Dios es más grande que nosotros, y más grande que nuestros problemas. Aún más, Dios es más grande que todos nosotros y que todos nuestros problemas Siempre es bueno tener a un amigo grande, un hermano mayor, un protector, que nos cuide y nos ampare en este mundo.
Dios quiere visitarnos, es decir, quiere entablar una relación con nosotros. Él está a la puerta y llama.
Jesús nos ama de verdad. Es un amigo incondicional, que además siempre cumple y supera nuestros deseos, Y como el amor se basa sobre lo que haces, no sobre lo que dices, él demostró su amor sin palabras, pero tendido en una cruz. Abrió sus brazos para morir, y allí nos cobijó a todos.

Hoy puede ser un día histórico. Alza tus ojos. Mira hacia el cielo, Adora al Creador y acepta su amorosa amistad.

“Jesús es nuestro amigo; todo el cielo está interesado en nuestro bienestar. NO debemos permitir que las perplejidades y congojas cotidianas aflijan nuestro espíritu y nublen nuestro semblante” (Elena G. de White, El’camino a Cristo, pp, 181-182) PA

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