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viernes, 21 de julio de 2017

Matutina de Damas : Julio 21, 2017

Dios supera nuestras expectativas


«Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman» (l Corintios 2: 9).


Era una nueva experiencia para mí: ¡buscar una casa! Por motivos laborales, mi familia y yo tuvimos que mudarnos a otro país. Por eso que me encontré buscando una casa para alquilar. Yo conocía las necesidades y los requisitos de mi familia, e hice lo mejor posible por encontrar una casa adecuada. Pero fue un gran desafío. A lo largo de varias semanas visité propiedades, pero ninguna parecía adecuada.

Finalmente, me mostraron una que, en mi opinión, parecía ser la elección perfecta. El tamaño, la ubicación y el precio se adecuaban a nuestras necesidades. Tomé fotos de la propiedad y se las envié a la familia, que todavía se hallaba en nuestro país. Todos estuvieron de acuerdo en que debíamos alquilar esa. Contacté al propietario y me preparé para firmar el contrato y hacer los pagos, pero él me informó que la acababa de alquilar el día anterior. ¡Qué decepción!

Lo comenté con mi compañero de trabajo, que me estaba ayudando, y me consolé con la idea de que Dios debía tener un plan mejor. Y oré. Durante los días siguientes, mi compañero y yo volvimos a la ardua tarea de buscar casa, pero sin éxito. Una noche, a eso de las 23:30, una amiga que acababa de terminar su turno en el hospital vino a verme y me dio una nota con un número telefónico. «Esta persona acaba de poner información en la cartelera del hospital sobre una propiedad para alquilar», decía.

Al día siguiente, llamé a ese número. La persona que me respondió insistió en que fuera inmediatamente a ver la propiedad. Pedí a mi compañero de trabajo que me llevara, y aceptó. Nos sorprendió gratamente la calidad, la ubicación y el costo del alquiler. La oferta superaba las expectativas de mi familia en todos los sentidos, ¡Dios realmente tenía un plan mejor!

A menudo, vemos casas grandiosas en esta tierra y las admiramos, sabiendo que probablemente nunca podremos tener una así. Podemos animarnos con las palabras de Jesús: «En la casa de mi Padre hay muchas moradas». Dios ha ido a preparar para nosotros «lo que ojo no vio». Aquella casa terrenal excedió mis expectativas. ¡Nuestras casas celestiales las excederán infinitamente más!

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