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jueves, 22 de junio de 2017

Matutina de Damas : Junio 22, 2017

Una señal de advertencia


A aquel que es poderoso para guardaros sin caída y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y poder, ahora y por todos los siglos» (Judas 1: 24-25).


Una vez fui a un baño termal de Aquisgrán, en Alemania. Mientras disfrutaba de las piscinas de diferentes temperaturas, me di cuenta de que también había una pequeña zona exterior para los visitantes. Así que fui allí y quedé muy impresionada cuando vi la colina adyacente iluminada por el sol, adornada con setos cuadrados que se extendían a lo largo del borde de cada terraza. Un edificio circular que parecía un santuario estaba apoyado en seis pilares de gran altura a la sombra de los árboles de la colina, justo detrás de unas cascadas. Era un hermoso jardín de arbustos alrededor de una cascada. Como soy aventurera, quise explorar ese lugar especial, pero me di cuenta de que había una señal al lado de la cascada que decía: «Prohibido el paso». Aun así, pensé que mi exploración estaría bien, así que fui por un camino hasta el santuario.

En ese momento, una señora que trabajaba en un restaurante vecino, me llamó diciendo que no podía subir por aquel camino. Sentí mucha vergüenza y me devolví inmediatamente. Pero de repente resbalé y perdí el equilibrio. Afortunadamente, fui capaz de impedir mi caída mediante un movimiento hacia arriba con las manos; de lo contrario habría caído de espalda. El resultado fue solo una pequeña contusión en el pie derecho.

¿No pasa lo mismo con el pecado? ¿Con qué frecuencia en mi vida he entrado en el territorio de Satanás sin siquiera ser consciente de que estaba en un terreno peligroso? ¿Cuántas veces he necesitado que alguien me corrija y me diga que estoy equivocada?

Aquella vez me libré, pero hay pecados que he cometido en mi vida que me han causado cicatrices permanentes. iSi tan solo hubiera escuchado la voz del Espíritu Santo en aquellos momentos! Si hubiera prestado atención a las señales de prohibición claramente definidas para mí en la Palabra de Dios y por medio de los consejos de guías cristianos. Si lo hubiera hecho, podría haberme ahorrado muchos problemas.

Yo no quiero ser esa tonta muchacha aventurera. Quiero prestar atención a las señales de advertencia y escuchar la voz del que sabe qué es mejor para mí. Estoy segura de que tú también.

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