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viernes, 2 de junio de 2017

Matutina de Damas : Junio 2, 2017

Hay algo de Tabita en todas nosotras


«Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia» (Proverbios 3: 5).


Estaba feliz de mudarme a una nueva casa, más adecuada a nuestras necesidades. Ya no quería saber más de la casita con terraza y un jardín minúsculo cerca de una concurrida carretera que se había cobrado la vida de nuestros gatos. Después de seis meses había llegado el momento de mudarme a una casa con un jardín de verdad, junto al bosque y lejos del tráfico, donde nuestros gatos estarían a salvo.

El día de la mudanza, todos mis gatos confiaron en mí para que los llevara a su nuevo hogar; todos, excepto Tabita. Cuando iba a recogerla, escapaba y se escondía. Estaba claro que no tenía intenciones de ser reubicada. Quería quedarse donde se sentía segura. Los demás nos mudamos, pero como todavía tenía acceso a la casa, dejé a Tabita allí y volví todos los días con la intención de recuperarla y llevarla a nuestra nueva casa. Sin embargo, cuatro días después de la mudanza, ella parecía encantada de que nosotros ya no estuviéramos allí. Yo iba cada día, intentando convencerla suavemente, tratando de acariciarla (y agarrarla). Pero ella seguía esquivándome, escondiéndose en el cobertizo o mirándome desde algún tejado cercano. Los esfuerzos de los vecinos por atraparla también fueron en vano.

Una noche cuando fui a la antigua casa, sabía que Tabita me estaría mirando desde algún lugar. Sin embargo, decidí esperar por ella esta vez. Me senté como si fuera a quedarme allí para siempre. Poco a poco, ella se acercó, mientras yo le hablaba en voz baja. Su proximidad y ronroneo me indicaron que por fin había ganado su confianza. Dicen que la confianza es un requisito necesario para la obediencia. Por fin, ella respondió a mi llamado. Suavemente la levanté y la llevé a nuestro nuevo hogar, que ahora le encanta.

Lo que debía haber sido una simple transición a una vivienda mejor resultó ser un proceso largo y complejo, porque Tabita no podía entender lo suficiente como para confiar en mí. Algo así como cuando apartamos a Dios completamente porque no entendemos cuán seguro es confiar en él cuando intenta llevarnos a un lugar mejor de nuestra relación con él.

Señor, me temo que hay un poco de Tabita en todas nosotras. Ayúdanos a confiar en ti y a no tomar decisiones basadas en nuestra propia comprensión. Ayúdanos a confiar en que tú sabes qué es mejor.

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