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viernes, 19 de mayo de 2017

Matutinas de Menores : Mayo 19 , 2017

EL QUE SE ENOJA, SE TIENE QUE IR. PARTE 2


«El Perezoso es, para el que lo envía, como el vinagre a los dientes o el humo a los ojos» (Proverbios 10: 26).


EN LA HACIENDA del rey había miel, fruta y ganado. El tercer hermano preguntó a los peones: «¿A ustedes les dan miel para comer?». Como no se la daban, el joven sugirió: «Vamos a tirar los panales. De ahora en adelante, todos comeremos miel». Y tiraron los panales. Al día siguiente, preguntó: «¿A ustedes les dan carne?». Como no se la daban, dijo: «De ahora en adelante, todos vamos a comer carne. Y ordenó que mataran varias reses». Al tercer día, dijo: «Si llegara a venir el rey, ni cuenta nos daríamos. Vamos a tumbar los árboles para ver el camino». Y así lo hicieron.

Cuando el rey lo supo, exclamó: «¡Mira lo que hizo ese loco! La reina añadió: «No te enojes, o tendrás que irte y él se quedará con todo».
El rey fue a la hacienda. Ya no había miel, ni ganado, ni fruta. «¿Está usted enojado?», le preguntó el joven. «No —dijo el rey, disimulando su enojo—, pero tengo otro trabajo para ti». Le dio la orden de salir a montar a caballo con los monarcas, con la intención secreta de echarlo a un pozo. Tempranito al día siguiente, el muchacho agarró el mejor caballo. «¡Este no es mi caballo!», protestó el rey. Pero como no podía enojarse, siguió adelante.

Para acelerar el paseo, el joven fustigaba los caballos de los reyes. «¡Ten más cuidado!», le gritó el rey. «¿Está usted enojando?», preguntó en son de burla el joven. «No», respondió, como siempre, el monarca. Llegaron al pozo al atardecer, agotados. Se tumbaron a descansar y la reina se quedó dormida. Entonces, el muchacho la pasó a la hamaca de él y se cambió a la de la reina. Al rato, oyó al rey decir: «Ya se durmió ese tonto». «¿ya?», preguntó el joven fingiendo la voz de la reina.

El rey, con ayuda de un peón, descolgó la hamaca en la oscuridad una, dos, tres… ¡la reina terminó en el fondo del pozo! El rey, completamente enojado, tuvo que irse. Dejó de ser rey y el joven astuto se quedó con todo.
¿Eres capaz de controlar tu enojo? Si no es así, pídele a Jesús que te ayude. No merece la pena perder lo más grande que tienes, que es tu reputación y tu buena fama, por culpa de un arranque de enojo.

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