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martes, 11 de abril de 2017

Matutina de Adultos : Abril 11, 2017

Mantener nuestros ojos en Jesús


«Bienaventurados vuestros ojos, porque ven».
Mateo 13: 16


ANDANDO LADO A LADO, y teniendo Pedro su mano en la de su Maestro, entraron juntos en el barco. Pero Pedro estaba ahora humilde y callado. No tenía motivos para alabarse más que sus compañeros, porque por su incredulidad y orgullo casi había perdido la vida. Cuando apartó sus ojos de Jesús, perdió pie y se hundía en medio de las ondas.

En los momentos difíciles, con cuánta frecuencia somos como Pedro. Miramos las olas en vez de mantener nuestros ojos fijos en el Salvador. Nuestros pies resbalan, y las embravecidas aguas sumergen nuestras almas. Jesús no le había pedido a Pedro que fuese a él para perecer; él no nos invita a seguirlo para luego abandonarnos [ . . . ]

Jesús leía el carácter de sus discípulos. Sabía cuán intensamente había de ser probada su fe. En este incidente sobre el mar, deseaba mostrar a Pedro su propia debilidad, para mostrarle que su seguridad estaba en depender constantemente del poder divino. En medio de las tormentas de la tentación, podía andar seguro tan solo si, desconfiando totalmente de sí mismo, fiaba en el Salvador. En el punto en que Pedro se creía fuerte, era donde era débil; y hasta que logró discernir su debilidad no pudo darse cuenta de cuánto necesitaba depender de Cristo. Si él hubiese aprendido la lección que Jesús trataba de enseñarle en aquel incidente sobre el mar, no habría fracasado cuando le vino la gran prueba.

Día tras día, Dios instruye a sus hijos. Por medio de las circunstancias de la vida diaria, nos está preparando para desempeñar nuestra parte en aquel escenario más amplio que su providencia nos ha designado. Es el resultado de la prueba diaria lo que determina nuestra victoria o derrota en la gran crisis de la vida.

Los que dejan de sentir que dependen constantemente de Dios, serán vencidos por la tentación. Podemos suponer ahora que nuestros pies están seguros y que nunca caeremos. Podemos decir con confianza: Yo sé a quién he creído; nada quebrantará mi fe en Dios y su Palabra. Pero Satanás procura por todos los medios posibles aprovecharse de nuestras debilidades, y cegar nuestros ojos acerca de nuestras propias necesidades Y defectos. Únicamente comprendiendo nuestra propia debilidad y mirando fijamente a Jesús, podemos estar seguros.— El Deseado de todas las gentes, cap. 40, pp. 349-350.

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