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jueves, 23 de marzo de 2017

Matutina de Damas : Marzo 23, 2017

¡Terremoto!


«¡Bendito sea el Señor! ¡Cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación! Dios, nuestro Dios, ha de salvarnos; de Jehová el Señor es el librar de la muerte» (Salmo 68: 19-20).


Una amiga mía se mudó con su hermana mayor a su primer apartamento en el año 1976. Ese mismo año, el resto de su familia se mudó con ellas, y vivieron allí cómodamente durante varios años. Una noche, el padre de mi amiga sintió que su cama temblaba. Nervioso, pensó que una serpiente se había colado en la casa y que estaba debajo de su cama. Sin embargo, luego de mirar rápidamente, vio que no había tal serpiente. Al día siguiente, los diarios daban detalles de un temblor en Indonesia. Eso explicaba lo que había sentido.

Luego de esa experiencia, la familia de mi amiga comenzó a sentir periódicamente temblores, cada vez más frecuentes. Una tarde se produjo un terremoto tan fuerte, que muchos residentes de los edificios de la cuadra salieron corriendo a la calle para ponerse a salvo. Pero la familia de mi amiga se quedó dentro de su apartamento porque el niño pequeño estaba profundamente dormido. A medida que los temblores continuaron, notaron que un cuadro que colgaba por encima de la puerta se balanceaba demasiado.

—¡Mira! —gritó un miembro de la familia—. ¡Los utensilios sobre la mesa de la cocina se están moviendo!

Mi amiga permaneció en el sofá orando y pidiendo la mano protectora de Dios sobre su familia y sobre toda la ciudad. Aunque parecía que toda la casa estaba temblando, continuó orando hasta que los movimientos cesaron.

¡Alabado sea el Señor Dios Todopoderoso por sus increíbles maravillas y su amor! La experiencia de mi amiga me recordó la noche en el Mar de Galilea’ cuando los discípulos clamaron a Jesús mientras dormía en la barca en medio de la terrible tormenta. Cuando lo despertaron, Jesús calmó la tormenta (ver Mata 8: 26). Tal como leemos en la Biblia, Cristo predijo un aumento de los desastres naturales en los días previos a su regreso (ver Mat. 24); sin embargo, también animó a sus seguidores a velar y orar «para que puedan escapar de todo 10 que está por suceder, y presentarse delante del Hijo del hombre» (Luc. 21: 36, NVI)•

Aunque ahora experimentamos maravillosas respuestas a nuestras oraciones al llevar nuestras cargas a Cristo, la maravilla más grande de todas será el día en que podamos estar en pie delante de él, ¡para siempre seguros en nuestro hogar

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