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jueves, 3 de noviembre de 2016

Matutina de Menores: Noviembre 3, 2016

TENTACION Y ELECCION FINAL


Estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grande: gotas de sangre que caían hasta 1a tierra. Lucas 22:44



Jesús dejó a ocho de los discípulos cerca de la entrada al jardín del Getsemaní, y les dijo que se quedaran allí y oraran; mientras llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan a un lugar más apartado;
quería que estos tres estuvieran más cerca de él durante su gran prueba. Y además, Jesús sintió tan intensamente el sufrimiento y la culpabilidad de la raza humana que no podía soportar el pensamiento de que incluso sus amigos, más cercanos lo vieran en tan terrible agonía. Los dejó orando por sí mismos, mientras se fue un poco más lejos y cayó sobre el suelo, en oración.

Estaba por cargar con la culpa del mundo entero. Esta lo separaría de Dios su Padre. Sentiría lo que cada pecador impenitente sentirá: la muerte eterna. la separación final de Dios. Ni siquiera sabía si podría hacerlo.

Satanás estaba allí mismo, con todas sus horribles tentaciones. Tres años antes, había perdido cuando tentó a Cristo en el desierto. Desde entonces, se había preparado para esto. Satanás sabía que si podía persuadir a Jesús de abandonar el plan de salvar a la humanidad, el mundo entero sería suyo. Todo estaba en juego. Era ahora o nunca, para ambos. Satanás tenía que hacer una ofensiva total para vencer a Jesús.

“Si tomas la culpa de todos los pecadores y pagas el precio del pecado, nunca verás el rostro de tu Padre otra vez”, susurro Satanás. “Serás identificado con mi reino, y Dios no tendrá nada que hacer contigo. ¡Nunca te volverá a aceptar! No vale la pena. Tu propio pueblo no solo te ha rechazado, sino también está planeando matarte, Uno de tus propios discípulos te traicionará; hasta Pedro, que está allí, profundamente dormido, te negará. Todos ellos huirán. ¿De que sirve todo esto?” La tentación casi fue demasiado. Jesús oró tan duro y era tan intensa su angustia, que los vasos sanguíneos de su piel se rompieron. No era demasiado tarde para limpiar el sudor sangriento de su rostro, regresar a su Padre y dejarnos morir por nuestros propios pecados. Pero, no lo hizo. Decídió hacer lo que fuera necesario para completar la voluntad de Dios en su plan para salvarnos. No podía abandonamos para que nos perdiéramos para siempre en un mundo oscuro, con el diablo al mando, Cuando oró por tercera y última vez, sabía que se enfrentarte con la terrible muerte.

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