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jueves, 3 de noviembre de 2016

Matutina de la Mujer: Noviembre 3, 2016

CIENTO POR CIENTO ÍNTEGRAS


Justo es el Señor, y ama la justicia; compré por eso los íntegros contemplarán su rostro” (Sal. 11:7, NVI).



FERNANDO Y Azucena pagaron lo que acababan de comprar y salieron de la tienda. Con las prisas, ni se dieron cuenta de que la dependienta les había devuelto mucho dinero de más. Un rato después,
cuando Femando vio tantos billetes en su cartera, descubrió el error y, sin dudarlo, decidió regresar a la tienda. Con discreción llamó a la dependienta: “Señora, usted nos devolvió de más, aquí está el dinero sobrante. Por favor, tenga más cuidado la próxima vez”. La mujer sintió que aquella acción no debería pasar desapercibida, así que llamó al encargado y le explicó lo sucedido. El encargado dijo a Femando: “Señor, ¿ve esa cámara? Todo ha quedado grabado. Lo que usted ha hecho es tan poco común que nos gustaría pedirle permiso para publicar el video, De  modo que este acto ejemplar pueda motivar a la gente a ser más honrada”. “¡No! -respondió Fernando totalmente alterado-. Si hace eso me meterá en un grave problema. Soy un hombre casado, Y la mujer que me acompaña, para quien ese regalo tan caro, no es mi esposa”.

¿Qué es ser íntegra de verdad? Ser honrada en ciertos aspectos pero infiel a Dios en otros, ¿puede ser considerado como integridad? Tal vez a ojos de los demás pueda parecerlo, porque lo que ven no es más que un detalle, la punta del iceberg de nuestro corazón. Tal vez en ese detalle somos superiores a la media, pero poco bien nos haríamos a nosotras mismas si nos sintiéramos satisfechas con la excelencia en algunos aspectos de nuestra conducta mientras que nuestro corazón no está convertido.

El Salmo 15 nos da una vislumbre de cómo es la persona íntegra: “¿Quién habitará en tu Tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia; el que habla verdad en su corazón; el que no calumnia con su lengua ni hace mal a su prójimo ni admite reproche alguno contra su vecino; aquel a cuyos ojos el indigno es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová; el que aun jurando en perjuicio propio, no por eso cambia; quien su dinero no dio a usura ni contra el inocente admitió soborno. El que hace estas cosas, no resbalará jamás” (Sal. 15, RV95).

La integridad se manifiesta en la conducta pero nace en la creencia; es resultado de un corazón indiviso, completamente entregado a Dios. Por eso funciona siempre

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