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domingo, 4 de septiembre de 2016

Matutina de Menores: Septiembre 4, 2016

SEMILLAS Y MONTAÑAS


Jesús les dijo: … De cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.   Mateo 17:20



Había sido una vergüenza para los discípulos estar allí, de pie, frente a toda aquella  gente, y que el demonio les desobedeciera. Tal trago amargo era difícil de digerir. Así que, cuando estuvieron solos
con Jesús le hicieron la gran pregunta: “¿Por qué no pudimos expulsar al demonio de ese muchacho?”

“Por vuestra incredulidad”, respondió Jesús.

Cuando Jesús les contó sobre su muerte inminente, sus mentes se habían nublado por la tristeza; y cuando eligió a los tres para subir con él aquella montaña, los otros nueve se pusieron celosos. En lugar de orar y meditar en las palabras de Cristo, comenzaron a acumular pensamientos sombríos y dieron vueltas sobre todos sus problemas personales.

Nunca podremos ganar ninguna lucha con el enemigo con tal tipo de espíritu. Con demasiada frecuencia, las personas se arrodillan cuando están enojadas o molestas, y solo siguen la formalidad de la oración. ¡No es extraño que parezca como si esas oraciones rebotaran en el cielo raso!

Si vamos a derrotar al enemigo, primero debemos ir a Dios con un sentido pleno de  su grandeza infinita y de nuestra gran necesidad. Debemos estar dispuestos a poner nuestro orgullo a un lado y permitir que el Espíritu de Dios nos aleje de nuestro ruin egoísmo.

Jesús les contó sobre la semilla de mostaza, que es pequeña y, así y todo, mantiene  el poder para crecer y convertirse en una planta de 1,8 a 3,6 m de alto en Palestina. Cuando se coloca la semilla en la tierra, comienza a tomar todo el nutriente que puede de la tierra para crecer rápidamente.

Nuestra fe puede ser pequeña, pero si sinceramente reclamamos las promesas de Dios, podemos tomar todo el poder que viene de él y ganar la victoria, cualquiera que sea la lucha que se nos presente.

Por supuesto, Jesús estaba hablando en sentido figurado cuando usó la montaña como ilustración en nuestro texto. No quiso decir que esperáramos mover  milagrosamente montañas como el monte Everest solo hablándole.

Lo que quiso decir era que los obstáculos que Satanás pueda apilar en nuestro camino, que pueden parecer tan altos como las montañas más elevadas, “desaparecerán ante el mandato de la fe” (El Deseado de todas las gentes, p. 397).

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