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lunes, 19 de septiembre de 2016

Matutina de Menores: Septiembre 19, 2016

LA GRAN ESTAMPIDA DE CERDOS


Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. Marcos 5:19.



Mientras el amanecer se desplegaba sobre las colinas, el bote que llevaba a Jesús y a sus discípulos se dirigía hacia la costa este. Verdaderamente parecía un gran lugar para escapar de las multitudes que
siempre los acompañaban.

De entre las cavernas y las tumbas que estaban en la ladera, dos pares de ojos salvajes estaban observando mientras el bote arribaba a la pequeña playa. Tan pronto como Jesús y sus discípulos pusieron sus pies en la orilla, dos dementes salieron de su escondite, intentando despedazar a todos. Partes de cadenas rotas colgaban de sus cuerpos. El cabello, largo y enredado, casi escondía sus horribles ojos penetrantes. Estaban sangrando, por cortes hechos con piedras filosas. Los demonios que los poseían los hacía ver más como monstruos que como seres humanos.

Aterrados, los discípulos corrieron atropelladamente de regreso al bote. Estaban a punto de irse, cuando notaron que Jesús todavía estaba de pie donde lo habían dejado. Levantó la mano, y los dos “locos” se detuvieron en seco en su camino, crujiendo los dientes y largando espuma por la boca… pero completamente impotentes. No podían dar otro paso.

Cuando Jesús ordenó a los demonios que dejaran a los hombres, respondieron usando las voces de los hombres, rogándole que no los enviara fuera de la ciudad, sino que les permitiera entrar en un hato de cerdos cercano. Jesús les dio permiso. De pronto los cerdos enloquecieron y, tan rápido como sus piernas cortas podían llevarlos, se precipitaron por un acantilado y se ahogaron en el lago.

Los cuidadores de los cerdos corrieron de regreso al pueblo, para informar de las malas noticias sobre la gran estampida de cerdos. No mucho tiempo después de esto, una multitud de gadarenos locales bajó a la playa, para comprobar lo que sucedió. Cuando vieron a los ex endemoniados vestidos con algunas ropas que los discípulos les habían prestado, en su sano juicio y sentados a los pies de Jesús, se asustaron. Si Jesús quedaba en sus alrededores, ¡otras cosas extrañas podrían ocurrir! Lo obligaron a irse.

Jesús nunca se queda donde no se lo quiere. Pero dijo a los hombres sanados, quienes le habían rogado ir con él, que se quedaran y contaran a todos lo que él había hecho por ellos.

Satanás puede maquinar, boicotear el evangelio; pero Jesús sabía que cuando regresara más tarde, estos dos nuevos creyentes habrían preparado el camino y habría una recepción totalmente diferente para la verdad.

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