Buscar...

jueves, 8 de septiembre de 2016

Matutina de Jóvenes: Septiembre 8, 2016

LAS NEURONAS ESPEJO


“Ustedes, como hijos amados de Dios,  procuren imitarlo” (Efesios 5:1).



Hace unos meses, en una cadena de noticias española, vi un reportaje acerca de un niño británico de cuatro años que, por causa de una parálisis cerebral, estaba confinado a pasar toda su vida en una silla
de ruedas. Sin embargo, algo imprevisible hizo que la vida del niño tomara un
rumbo distinto. La madre llevó a la casa un patito que había sido desechado en la granja debido a que tenía rota una de sus patas. Así, en la casa cohabitaban un niño discapacitado y un pato cojo. Cuando el niño se fijó en los esfuerzos que el pato hacía por caminar a pesar del problema en su pata, comenzó a imitar los movimientos del pato y, motivado por los logros del ave, logró dar sus primeros pasos. Los médicos y especialistas a cargo, al ver la milagrosa recuperación del niño, decidieron usar al pato en el proceso de rehabilitación.

Este relato nos enseña que no hay nada malo en imitar al que nos ayude a crecer. De hecho, según Giacomo Rizzolatti, profesor de Neurobiología de la Universidad de Parma, Italia, la imitación es un proceso natural en los seres humanos debido a las neuronas espejo. La función de esas células es reflejar en nuestra propia experiencia las actividades que estamos mirando. ¿Te has fijado que cuando alguien bosteza, tú también lo haces? ¿O que cuando alguien se limpia el ojo, de inmediato te entran deseos de hacer lo mismo? ¿O que cuando acabas de ver una película sientes la adrenalina como si fueras uno de los protagonistas? Estas acciones son provocadas por las neuronas espejo. Al ver al pato, las neuronas espejo del niño se activaron y por eso comenzó a imitar los movimientos del ave. Hemos sido creados para imitar. Y lo admitamos o no, ¡todos vivimos imitando!

El problema no es la imitación, sino a quién estamos imitando. Pablo no tuvo ningún complejo al decirles a los creyentes de Corinto: “Imítenme a mí, como yo imito a Cristo” (1 Corintios 11:1, NVI). Si ponemos nuestra atención en Cristo nuestras neuronas espejo se activarán y terminaremos reflejando en nuestras vidas las acciones de Jesús.

Siendo que de forma natural somos proclives a repetir lo que vemos, ¿no te parece que hemos de ser sumamente cuidadosos con lo que ven nuestros ojos?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario