Buscar...

lunes, 19 de septiembre de 2016

Matutina de Adultos: Septiembre 19, 2016

“CONVERTIR TU EXPERIENCIA EN SU HISTORIA – 2”


«Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo. Caí al suelo y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. Yo entonces respondí: “¿Quién eres, Señor?”. Me dijo: “Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues”». Hechos 22: 6-8



SEGÚN SE DICE, siempre que se presentaba Pablo, ¡había o bien un avivamiento o un tumulto! En cada uno de los tres casos registrados en los que Pablo compartió su testimonio personal, estaba
encadenado. Y el primer caso empezó con un tumulto. Pero juntando los tres testimonios encontramos instrucciones simples de cómo podemos compartir efectivamente nuestra experiencia también.

Testimonio 1. Hechos 22: 1-21. Mantenlo simple. El testimonio de Pablo a renglón seguido de aquel tumulto fue así: así crecí, esto creía; y entonces conocí a Jesús, y ha hecho esto por mi vida. No es muy complicado, ¿no crees? Y, no obstante, tan poderoso fue este relato en primera persona del encuentro con Cristo que ¡estalló un segundo tumulto! Pero olvídate del tumulto y acuérdate de estos tres simples componentes para contar tu experiencia: (1) tu vida antes de conocer a Jesús; (2) cómo conociste a Jesús; y (3) tu vida después de conocer a Jesús. Si has conocido a Jesús, tienes los tres componentes simples, listos para ser compartidos. ¿Cómo? Sigue leyendo.

Testimonio 2. Hechos 23: 6. Sé breve. No encontrarás un testimonio más corto que este. En una brillante iniciativa en defensa de su fe, Pablo toma aquí el relato de su vida y lo reduce a una sola frase. Lo cierto es que no necesitas un testimonio largo. Hay quien sugiere que con cien palabras basta.

Testimonio 3. Hechos 26: 4-23. Sé prudente. Fíjate cómo Pablo adapta su testimonio a cada una de estas ocasiones, acomodando el relato para que encaje con sus oyentes. Igual que haces con la ropa —cambiar tus «trajes» para que se amolden a la ocasión—, haz lo mismo para hacer tu historia adecuada para la ocasión en la que te encuentras. Vas en un avión sentado junto a un desconocido: tu relato lleva un traje a la medida. Estás reunido con un compañero después de la clase: el mismo relato se pone un traje diferente para adecuarse a ese momento. Estás escribiendo un correo electrónico y quieres compartir cómo conociste a Jesús: el traje que le pones a tu relato se atendrá a las necesidades de la persona a la que escribes.

Mantenlo simple. Sé breve y sé prudente. Y acuérdate de que convertir tu relato en su relato es la suma de tu testimonio personal. Pero, según señalaremos mañana, hay maneras de hacerlo de forma óptima.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario