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lunes, 8 de agosto de 2016

Matutina de Menores: Agosto 8, 2016

CUATRO SUEÑOS Y UN REY MALVADO


Pero la salvación de los justos es de Jehová, y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia. Jehová los ayudará y los librará; los libertará de los impíos, y los salvará, por cuanto en él esperaron. Salmo 37:39,40.



Herodes fue un rey cruel y malvado, ¡pero era un actor magnífico! Cuando llamó a los hombres sabios para tener una entrevista privada, ocultó sus sentimientos reales bajo una fachada de
sinceridad.

“Vayan y busquen al niño”, dijo. “Y cuando lo hayan encontrado, permítanmelo saber, para que yo también vaya y lo adore”.

El viejo mentiroso no tenía intención de adorar a Jesús. ¡Proyectaba matarlo! Siguiendo a la estrella hasta la casa donde José, María y Jesús se estaban quedando ahora, los hombres sabios se inclinaron delante del pequeño Príncipe. “Le dieron sus corazones como a su Salvador” (El Deseado de todas las gentes, p. 45), y luego le dieron una variedad de regalos costosos.

Estaban por regresar a Herodes e informarle de las buenas noticias de su éxito, pero Dios les advirtió, en un sueño, que regresaran a su propio país por otro camino.

Dios también advirtió a José del peligro en un sueño. Tomando a María y al bebé Jesús una noche, se dirigieron rumbo al sur, hacia Egipto.

Herodes esperaba impacientemente. Cuando era obvio que los hombres sabios habían regresado a su casa sin informarle de su hallazgo, se puso furioso. Estaba seguro de que el Rey prometido estaría en algún lugar en Belén y, con una sospecha fomentada por el diablo mismo, ordenó a los soldados que pasaran por toda el área de Belén y mataran a cada bebé varón de dos años o menos.

La matanza de los inocentes bebés de Belén no perturbó a este terrible tirano. Había matado a tres de sus propios hijos, a una de sus diez esposas, y masacrado a cientos de otras personas. Este terrible acto fue un cumplimiento de la profecía de Jeremías, de que habría llanto en la tierra por la muerte de los niños. Fue uno de los últimos actos de crueldad que Herodes ordenó: murió de una enfermedad dolorosa y desagradable, poco después de esto.

Luego, José tuvo otro sueño, en que se lo instruía para que dejaran Egipto. Esta revelación fue seguida por otra, que lo dirigía a un lugar seguro en la pequeña aldea de Nazaret, en Galilea.

Dios, a su maravillosa y sabia manera, había enviado cuatro sueños, con la intención de frustrar el trabajo de hombres y ángeles malos.

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