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sábado, 27 de agosto de 2016

Matutina de Menores: Agosto 27, 2016

VISITANTE NOCTURNO


Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Juan 3:3.



Había un líder en Israel que había observado con gran interés cuando Jesús echó a los cambistas del Templo. Nicodemo no huyó aquel día sino que se quedó atrás, para observar lo que pasaba.


Después de que las autoridades y los estafadores se fueron, los pobres y los enfermos se acercaron a Jesús, para que los bendijera y los sanara. Nicodemo oyó sus palabras gozosas de alabanza, y fue impresionado con las enseñanzas de este extraño proveniente de Galilea. Fue a su casa para estudiar las profecías más cuidadosamente.

Nicodemo tenía que hablar personalmente con Jesús. Pero, había un problema. Como uno de los líderes religiosos, sabía que los demás gobernantes le darían vuelta la cara por simpatizar con Jesús. Justo después de que Jesús limpiara el Templo, los dirigentes religiosos se habían reunido para trazar planes con el propósito de detener a este atrevido galileo; Nicodemo era uno de los pocos en la comisión que les advirtió que fueran muy cuidadosos. Los gobernantes decidieron tomar su consejo por el momento y abandonar el asunto. Pero si llegaran a oír que Nicodemo había consultado a Jesús, estarían muy molestos.

Nicodemo se fue discretamente de Jerusalén después de que la ciudad se aquietara y la mayoría de las personas se fuera a dormir, y se encaminó hacia el Monte de los Olivos, donde se le había dicho que encontraría a Jesús. Cuando los dos se encontraron, Jesús fue directo al grano. Mirando a los ojos a su visitante, le dijo que si quería ser parte del Reino de Dios tenía que nacer de nuevo.

A Nicodemo le era familiar la idea de un nuevo nacimiento. Pero no podía aceptar la idea de que él, uno de los dirigentes con mayor influencia, necesitaba nacer de nuevo. Jesús le explicó que esto le tenía que pasar a todo el que quisiera ser restaurado para con Dios. El trabajo del Espíritu Santo es como el viento que sopla. Nadie puede verlo, pero pueden ver a los árboles que se mecen y oír el sonido de las hojas susurrantes. De la misma manera, cuando se permite al Espíritu Santo cambiar la vida, los viejos hábitos de egoísmo se marchitan y comienza una experiencia nueva y fresca. La mente se pone en armonía con Dios.

Nicodemo no tomo una decisión aquella noche, pero Jesús sabía que el Espíritu Santo estaba comenzando su trabajo en el corazón del líder.

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