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miércoles, 24 de agosto de 2016

Matutina de Menores: Agosto 24, 2016

VEN A VER POR TI MISMO


Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve. Juan 1:46.



Andrés estaba tan feliz de haber hablado con Jesús que tenía que contar a su hermano Simón sobre él.

“¡Hemos encontrado al Mesías!”, exclamó cuando lo encontró. Simón no necesitaba más persuasión. Cuando Jesús vio a este pescador grande, corpulento y amigable, vio toda la historia de su vida y pudo leer su carácter. Decidió darle un nuevo nombre: “De ahora en adelante serás conocido como Cefas”, dijo Jesús. Cefas, o Pedro, significa “Una piedra”. Una vez que se convirtiera, Jesús sabía que Pedro se volvería tan sólido como una roca.

Al día siguiente, Jesús se dirigió a Galilea y encontró a un joven llamado Felipe. Mirándolo de frente, Jesús simplemente dijo: “Sígueme”.

Felipe obedeció la orden inmediatamente, y en ese mismo momento se convirtió en un obrero para Jesús. Comenzó buscando a su amigo Natanael, y tuvo una corazonada de dónde podría encontrarlo: con frecuencia habían orado juntos en un lugar apartado bajo una higuera, donde el follaje grueso les daba privacidad. Natanael había orado secretamente para que el Señor le mostrara si Jesús era verdaderamente el Mesías o no. Estuvo profundamente convencido cuando Juan lo señaló, pero cuando vio lo común que se veía Jesús, se desilusionó grandemente. Esperaba a un Mesías mejor vestido que este. De pronto, miró hacia arriba y Felipe estaba allí, señalando hacia el camino por el que había venido.

“¡Lo hemos encontrado!”, dijo entusiasmado. “¡Aquel de quien Moisés y los profetas escribieron: Jesús de Nazaret!”

Natanael era prejuicioso. $u ciudad natal era Cana, a unos 12.9 km al norte de Nazaret y conocía muy bien la mala reputación de aquel pueblo serrano. “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”, preguntó.

Felipe no se puso a discutir. Solo se mantuvo urgiendo a su amigo: “Ven y velo por ti mismo”.

Jesús quitó el prejuicio de Natanael al revelarle que lo había visto orando debajo de la higuera, antes de que Felipe lo llamara. Natanael no necesitaba de ninguna prueba más. Creyó. Y Jesús le prometió que vería cosas más grandes que esas. Sería testigo de la actividad de los ángeles del cielo ayudando a Jesús en su ministerio.

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