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jueves, 25 de agosto de 2016

Matutina de la Mujer: Agosto 25, 2016

¡ADELANTE!


“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas” (Jos. 1:9, RV95).



Jesús, el más valiente de los valientes. Entró en Jerusalén sabiendo lo que le esperaba: habían puesto precio a su cabeza. “Faltaba poco para la fiesta de la Pascua de los judíos, y mucha gente de los
pueblos se dirigía a Jerusalén. […] Andaban buscando a Jesús, y se preguntaban unos a otros en el templo: ‘¿Qué les parece? ¿Vendrá a la fiesta o no?’ Los fariseos y los jefes de los sacerdotes habían dado orden de que, si alguien sabía dónde estaba Jesús, lo dijera, para poder arrestarlo” (Juan 11:55-57). A pesar de ello, Jesús acudió; con la cabeza erguida, mirando al mundo directamente a la cara, y sin perder de vista a Dios, de quien recibía el poder.

Quizá lo prudente hubiera sido retirarse un tiempo de la esfera pública, pero él tenía muy clara su misión y no se acobardó ante lo que le esperaba: traición; falsas acusaciones; un juicio injusto; y finalmente la muerte (¡y qué muerte!). Jesús acudió valientemente a su cita con la prueba, con el dolor, con la mayor dificultad de su vida. Tenía ese tipo de valentía que no es fruto del momento, de un impulso o de una situación urgente; su valentía era la de quien ve claramente lo que le espera, analiza los pros y los contras, y se pone en marcha fiel a la conciencia. Esta es la valentía que necesitamos

tú y yo, mujeres del siglo XXI, que enfrentamos pruebas, dolores y dificultades ante las que nuestras propias fuerzas son escasas. Pero el valor de verdad se aferra de la mano de Dios y planta cara a la tormenta con la mejor de las actitudes.

Tu hijo tiene cáncer y debes estar a su lado, tal vez dejar el trabajo y asumir unos gastos impredecibles a la par que mantienes una eterna sonrisa en los labios; ¡adelante!, avanza. Hiciste daño a alguien y debes ir a pedirle perdón pero sabes que no será fácil, quizá salgas humillada y no perdonada; ¡adelante!, avanza. Tu matrimonio se hunde y todavía queda algo que puedas hacer para rescatarlo, aunque quizá tu esposo ni lo valore, ni lo acepte, ni te corresponda; ¡adelante!, avanza. El más Valiente de los valientes, que sufrió como tú sufres y siguió adelante, camina a tu lado.

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