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domingo, 28 de agosto de 2016

Matutina de Adultos : Agosto 28, 2016

PROBANDO ES QUE SE SABE

«Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. […] Así que por sus frutos los conoceréis. Mateo 7: 17-20



PortadaA-202x300FUE UNA MUJER de notables dones espirituales, que vivió la mayor parte de su vida en el siglo XIX. No obstante, mediante sus escritos y su ministerio público, ha supuesto un impacto revolucionario para millones de personas, entre las que me incluyo, hasta el siglo XXI. Desde los 17 años de edad hasta su fallecimiento setenta años después, Elena G. de White recibió casi dos mil visiones y sueños, cuya duración varió desde unos instantes hasta casi cuatro horas. Precisamente esas revelaciones dieron como resultado su prodigiosa producción literaria, que incluye cien libros disponibles en inglés, cinco mil artículos de revista y 55,000 páginas de manuscritos. Es uno de los autores más traducidos de la historia; su obra maestra El camino a Cristo, que ha cambiado vidas, ha sido publicada en unos 150 idiomas.

Como consecuencia adicional de ese don profético, contribuyó a suscitar un movimiento cristiano que hoy ofrece el mayor sistema educativo protestante del mundo, y el más extenso sistema de salud protestante de la tierra. La revista National Geographic llevó un artículo de portada que alababa los beneficios en longevidad del mensaje de salud que Elena G. de White recibió y defendió en vida, un mensaje que estuvo muy por delante del conocimiento médico y nutricional de su época, pero que ha sido validado en nuestra generación por la investigación y el estudio científicos detallados. Y, como consecuencia de su liderazgo visionario, la Iglesia Adventista del Séptimo Día que ella contribuyó a fundar se encuentra hoy en más países que cualquier otra confesión protestante del mundo.

¿Por qué? No creo que haya una explicación humana para una vida y un ministerio tan prolíficos y fructíferos. Las palabras de Cristo en el texto de hoy nos mandan que evaluemos el fruto de la vida de una persona con el don profético. Creo que el fruto del ministerio de Elena G. de White solo puede ser explicado por el ministerio divino del Espíritu Santo a través de esa mujer humilde tan humana. ¿Ocupan sus escritos el lugar de la Sagrada Escritura en mi vida o en la vida de la iglesia a la que sirvo? ¡Más bien no! Ella misma describió sus escritos como la «luz menor» de la luna, que refleja humildemente pero con fidelidad la «luz mayor» del Sol de justicia. Que sus escritos reflejan la gloria de Jesús como ningún otro autor que yo haya leído jamás es, para mí, el mayor fruto de todos. Pero prueba el fruto tú mismo.

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