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miércoles, 27 de julio de 2016

Matutina de Menores: Julio 27, 2016

AMAN Y EL NUEVO DECRETO


Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra. Salmo 37:9.



Después de tres días de ayuno y oración, Ester se puso sus ropas reales y se acercó resueltamente al trono del rey, ¡sin haber sido invitada! Debió de habérseles cortado la respiración a los oficiales del
rey, ante tal movimiento audaz, y cada cabeza giró en dirección del rey, para ver cómo reaccionaría. El rey Asuero extendió su cetro, señal de su favor real. Ella se acercó con gracia y tocó su punta.

“Quiero invitarte a mi banquete”, explicó Ester. “Y también me gustaría que viniera Amén”. ¡Esto sí que era extraño! Comúnmente, el rey y la reina comían en forma separada, e invitar a otro hombre a un banquete especial era más inusual. Cuando Amán oyó la noticia, se puso extremadamente contento. No solo eso, también fue invitado a un segundo banquete después del primero.

Bajando las escaleras a los saltos para contar la noticia a sus amigos y a su familia, Amán se cruzó a Mardoqueo, quien todavía se rehusaba a inclinarse ante él. De pronto, sus sonrisas se volvieron en horribles ceños fruncidos. Su esposa, posiblemente cansada de su constante queja sobre Mardoqueo, le sugirió que construyera una estructura de madera en la cual colgar a Mardoqueo y deshacerse de él. Le gustó esta idea, y ordenó a los carpinteros que construyeran una estructura de 26 m de alto.

Mientras tanto, el rey había tenido una noche terrible. No podía dormir, y para aliviar su tensión hizo que uno de sus lectores de la corte revisara el libro de los registros.

Se encontró con que Mardoqueo había informado una vez sobre un complot contra el rey, pero no había sido recompensado. Al día siguiente, Asuero preguntó a Amán qué se debería hacer por alguien a quien el rey deseaba honrar. Amán sonrió, pensando que estaba hablando de él. Imagina su sorpresa, cuando el rey tomó su sugerencia y le ordenó guiar el caballo real a través de las calles mientras Mardoqueo lo montaba, y él, Amán, ¡estaba obligado a proclamar que el rey deseaba honrar a este judío!

Para cuando comenzó el segundo banquete de Ester, el rey estaba lleno de curiosidad. Había llegado la hora de la verdad. Ester explicó durante esta fiesta cómo el malvado Amán había maquinado con la intención de lograr un decreto para matar a todos los judíos.

El rey ordenó que Amán fuera colgado en la estructura que había construido para Mardoqueo, y decretó que los judíos podían defenderse contra sus enemigos. Dios, en su sabiduría, una vez más había aventajado al diablo.

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