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miércoles, 27 de julio de 2016

Matutina de la Mujer: Julio 27, 2016

EN MANOS DE DIOS


«Yo mismo salvaré a tus hijos» (Isa, 49: 25).



EN SU LIBRO Max habla sobre la vida, Max Lucado responde a 172 preguntas que seleccionó de entre las miles que ha recibido a lo largo de los años. Una de ellas es esta: “Hemos enseñado a
nuestros hijos la Biblia pero se han alejado de Dios. Creíamos que si los educábamos en la Palabra de Dios no se separarían de él. ¿No es eso lo que dice la Biblia?”* Esta es una angustia que millones de mujeres comparten basándose en Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de él” (RV95). Este es un versículo delicado, si se interpreta como una promesa o una profecía, cuando en realidad es un proverbio, un refrán, un dicho sabio. Y gracias a Dios que es así, porque ¿qué madre puede educar a la perfección a su hijo en el camino que Dios quiere para él? La salvación es obra de Dios. Ninguna madre, por muy temerosa del Señor que sea, tiene potestad sobre las decisiones de sus hijos adultos o adolescentes. Sí, podemos preparar el terreno para que la semilla crezca en su corazón y es normal que, cuando “Yo mismo salvaré a tus hijos” lo hemos hecho, nos decepcionemos al no ver los (Isa. 49:25). frutos esperados, “pero Dios es quien [hace] crecer lo sembrado” (1 Cor. 3:6). Por favor, no lo olvides.

Es devastador ver que un hijo, ejercitando su libertad para elegir “su camino”, se aleja de la fe que con tanto esmero hemos intentado transmitirle en un proceso largo y cuidadoso. Pero es “su camino”, su vida, su decisión, y no podemos forzarlo a nada. Lo único que una madre puede hacer es respetarlo y mantenerse cerca, sin culpabilizarlo ni culpabilizarse a sí misma. La impresión dejada en ellos durante la infancia nunca los abandonará, pero es también imprescindible seguir dejando una huella durante su edad adulta; una huella de amor, de aceptación, de tolerancia y buenas intenciones. No es fácil ver que hace una vida alejada de Dios, pero es posible y necesario seguir tratándolo como siempre y manteniendo una relación estrecha con él o con ella.

En la educación de los hijos no conviene albergar expectativas. Deja que el tiempo haga su labor. Dios ama a sus hijos pródigos; el destino de ellos está en manos de Dios, las mejores manos.

No podemos modelar a nuestros hijos según nuestros deseos, debemos estar con ellos y amarlos como Dios nos los ha entregado. Goethe

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