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lunes, 11 de julio de 2016

Matutina de Menores: Julio 11, 2016

QUEMANDO PALABRAS PRECIOSAS


Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos. Jeremías 15:16.



Jeremías estaba sentado con sus piernas atravesando los agujeros del cepo de madera, construido para evitar que se fugara. No había manera de escapar. Había sido arrestado por predicar, y encarcelado sin
un juicio. El rey Joacim y algunos de las autoridades, simplemente, no quería oír las palabras del profeta sobre arrepentimiento y regreso a Dios. No solo eso, también odiaban al profeta por animar al pueblo a rendirse ante los babilonios.

Dios había dicho a Jeremías que su pueblo había ido demasiado lejos en sus propios caminos e idolatría, y que iba a permitir que el ejército invasor llegara. Pero ahora Jeremías estaba en prisión, y no podía predicar más… o eso parecía.

Señor instruyó al profeta para que dictara a Baruc. su fiel asistente, todos los sermones que había predicado durante los últimos veinte años, juego, Jeremías pidió a Baruc que hiciera algo muy peligroso.

“Anda y lee esto en público, junto al Templo”. Pronto, algunos de los príncipes escucharon lo que estaba ocurriendo en el Templo y llamaron a Baruc para que se los leyera en privado.

“¿Son estas tus propias palabras?”, preguntaron.

“No, Jeremías me las dictó”, respondió Baruc. Los príncipes se miraron el uno al otro intencionadamente. Sabían muy bien que el rey podría matar a Baruc por escribir y entregar tal mensaje.

“Es mejor que te escondas”, lo instaron. “Nosotros tomaremos el rollo”.

Pero cuando el rey oyó la noticia de los príncipes, ordenó que trajeran el rollo ante él. Era invierno, y el rey estaba sentado en su palacio cerca del fuego. Ordenó a Jehudí, uno de sus oficiales, que comenzara a leer. Pero el hombre no había leído más que tres o cuatro columnas cuando el rey, furiosamente, le arrebató el rollo, lo cortó en pequeños pedazos y arrojó los fragmentos al fuego.

Aunque el rey no se arrepentiría, Dios dijo a Jeremías que dictara otro rollo, y que esta vez le agregara más palabras. El registro debe ser conservado. Para el profeta y para todos aquellos que aman al Señor, sus palabras son como comida para el alma, y se convierten en la verdadera alegría y regocijo del corazón.

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